lunes, 23 de marzo de 2015

Monster Academy[Trans] - Capitulo 39








Saltando Clases



El lunes llegó con rapidez, y estabas más que emocionada por usar la mochila de Lay. JiMin había estado quejándose de que las mochilas que habías recibido de Lay y LuHan eran MCM y lo cara y lujosa que era esa marca. Incluso te diste cuenta que ambas tenían un diseño similar. Pero no te importaba lo costosas que JiMin te decía que eran. No te importaría si Lay te daba la mochila más barata del universo. Seguirías aceptándola agradecida y la amarías de igual forma.
Te pusiste la mochila purpura y te chequeaste en el espejo, como si poner dentro tus propias cosas haría alguna diferencia en cómo se veía la última vez que la miraste. Sonreíste un poco demasiado feliz y pusiste la mochila color crema de LuHan dentro del armario. No sabías cuando serías capaz de usarla ya que, como le habías dicho a SuHo el día anterior, no tenías el hábito de cambiar mochilas. Pero de la manera en la que te la había dado el día anterior, realmente no tenías más opción que tomarla.
No olvides esto —dijo JiMin, lanzándote una toalla cálida. La atrapaste y la pusiste en tu mano.
Debido al incidente del último viernes, cuando corriste fuera de la clínica y tiraste descuidadamente del catéter, la vena donde la aguja estaba comenzó a hincharse y te daba algo de dolor. El doctor Jung dijo, junto al pequeño regaño, que la vena se había infectado y se suponía que debías aplicarle compresas calientes por unos días además de algo de medicación. Las otras lastimaduras de la otra mano casi estaban curadas. El moretón de tu brazo seguía oscuro, pero ya no dolía, y la forma de cebolla de tu nariz ya tenía un tamaño muchísimo menor.
Caminaste hacia la escuela con un alto espíritu demostrada en una brillante, casi molesta, sonrisa. Había algunos estudiantes que discutían sobre que llevabas la mochila de Lay. Ya lo esperabas. No había manera de que sus admiradoras no la reconociesen. Y para ser honesta, lo estabas disfrutando. Te gustaba la sensación de que los demás reconociesen que esa era la mochila de Lay y la estuvieses llevando. Podías incluso sentir sus gritos de advertencia detrás de tu cabeza. Pero contra toda lógica, incluso hiciste el esfuerzo de caminar un poquito más lento que lo usual para mostrarla un poco más.
Esta chica es una suicida. —JiMin sacudió su cabeza sin poder hacer nada.
Y como si el cielo te estuviese sonriendo, pasaste junto a Lay en tu camino a clases.
¡Lay! —saludaste con entusiasmo.
Buenos días, JooRi. Buenos días, JiMin —sonrió.
¡Buenos días! —le devolvió el saludo JiMin.
Buenos días, chicas —saludó entusiasmado SuHo, que por alguna razón no habías notado hasta entonces.
¡Oh! Buen día, SuHo —contestaste.
Estás usando mi mochila —te dijo Lay.
¡Sí! Gracias por eso —contestaste.
No lo menciones. ¡Luce bien en ti!
¿En serio? —espetaste, y reíste interiormente.
JooRi, ¿qué dices de esta? ¿Te gusta? —dijo SuHo, mostrando su mochila de cuero a cuadros con lo que se veía como un logo de una G en el frente—. Si no te gustó la otra mochila que te mostré puedes tener esta.
Sigue con eso, suspiraste.
JiMin quedó boquiabierta ante SuHo por el asombro, pero se vio incluso más sorprendida cuando la rechazaste.
Gracias, SuHo, pero realmente tengo suficientes mochilas para usar. Pero realmente aprecio tu oferta.
Ya veo. Siempre puedes cambiar de opinión —sonrió.
¡Imbécil! ¡Esa era una Gucci! —susurró JiMin.
¿Una qué?
Ya sabes, ¡Gucci! —contestó, ya que cualquier persona normal debería saber lo que era.
Lo siento. No te entiendo —le dijiste.
En serio, eres increíble —dijo, sacudiendo su cabeza, pero tú solo te encogiste de hombros.
Mira, ¿no es la mochila de Lay la que está usando? —escuchaste a una alumna murmurar.
¿Qué quiere decir esto? ¡¿Y por qué están caminando a la escuela juntos?! ¡¿Acaso están juntos juntos?! —dijo otra.
Secretamente reíste. Realmente no te importaba que la gente creyese que Lay y tú estaban saliendo. En realidad, te gustaba. Mucho.
¿Estás disfrutándolo, no? —susurró JiMin.
¿Lo estoy? —sonreíste brillantemente.
No te entusiasmes mucho. Esas chicas no parecen que estén disfrutando esto tanto como tú —te advirtió.
Simplemente te encogiste de hombros, sin importarte su advertencia.
Lay y tú tuvieron una pequeña charla con ocasionales interrupciones entre SuHo y JiMin hasta que llegaron a su clase y tú continuaste hasta la tuya. Al llegar a tu clase ignoraste las hostiles miradas que obtuviste por parte de tus compañeras.
¡Buen día, SeHun ah! —saludaste alegre.
Buenos días —te saludó de regreso.
ChanYeol ah, ¡estás aquí! —exclamaste cuando ChanYeol emergió de debajo de su banco. Parecía que había levantado algo del suelo.
¡Sí! Decidieron cancelar nuestra suspensión así que no podíamos perdernos los comentarios —te dijo ChanYeol alegremente.
¡Eso es genial! ¿Pero, dónde está Kai?
Probablemente saltándose clases de nuevo —contestó ChanYeol.
Aish, ese zorro, pusiste mala cara.
¡Buen día, Kris! —le sonreíste a Kris, quien estaba insospechadamente mirando hacia fuera de la ventana. Él te lanzó una mirada antes de gruñir una respuesta.
Sonreíste una última vez antes de finalmente sentarte en tu sitio. SeHun te miró sorprendido mientras que ChanYeol te estaba mirando con una expresión horrorizada.
¡JooRi ah! —dijo ChanYeol, tirando de tu hombro.
¿Qué?
¡¿Qué se supone que haces?! —dijo conteniendo el aliento.
¿QUÉ?
¡Solo saludaste a ese tipo!
¿Sí? —contestaste indiferente.
¿Se están haciendo amigos?
¿Por qué no?
¡¿Estás loca?! Te lo dije, aléjate de él. Es peligroso.
ChanYeol ah, está bien —reíste—. Incluso los salvó de ser expulsados, ¿recuerdas? ¿Por qué no intentar ser amigos también?
¡Claro1! —dijo sarcásticamente.
Realmente no sé porque eres tan obstinado con eso. Sí, tiene un lado algo frío, pero es un buen chico. ¿Ya le has agradecido? —le preguntaste.
Es una mala idea. Te lo digo —dijo ChanYeol, ignorando lo que acababa de decir.
Eres un mocoso mal agradecido. —Le pusiste mala cara.
¡Y-yo no le pedí ayuda! Además, fuiste tú la que le pidió —contestó defensivamente.
No te preocupes, JooRi ah. Él solo no puede aceptar la realidad de que ahora está endeudado con angry bird, después de haber hablado tan mal de él. Hiere su orgullo —te dijo SeHun.
¡Callate! —gritó ChanYeol-
¿SuHo? —murmuraste al ver a SuHo en la puerta.
Sí, ese es SuHo hyung —dijo SeHun.
Déjame ver si necesita algo —dijiste caminando hacia él.
¡JooRi! —dijo SuHo cuando te vio aproximarte.
Ey, ¿necesitas algo?
Sí, en verdad. ¿Te importaría alcanzarle esto a Wu Kris allí? Es del director —dijo, extendiéndote una pila de papeles.
Seguro. No hay problema.
Gracias, JooRi. Nos vemos luego —dijo y se giró para irse.
¡Espera!
¿Hmm? —indagó.
¿Has visto a Kai últimamente? No se ha mostrado mucho.
Ah, sí. Fui a su cuarto anoche. Está bien.
Ahh. Ya veo. Bueno, no está aquí aún. No sé si vendrá hoy —dijiste dubitativa.
SuHo sonrió, ya familiarizado con tu expresión preocupada, y puso su mano en tu hombro. —Kai tiene cicatrices muy profundas del pasado. Está llevando una carga muy pesada sobre sus hombros. Por ahora, lo mejor es que le dejemos un tiempo solo.
Esas cicatrices de las que hablas, ¿son el por qué de que él y su padre no se lleven bien?
No te preocupes. Estará bien. Te lo aseguro –dijo, evadiendo la pregunta mientras gentilmente palmeaba tu hombro.
Entendido —suspiraste.
Eso me hace preocupar aún más.
¡Te veo en el almuerzo! —dijo y se fue.
Le alcanzaste los papeles a Kris y tu profesor llegó un rato después de comenzar las clases. La mayoría de las clases, tal como ChanYeol había dicho, eran en efecto comentarios de los exámenes. Kai no se mostró por el resto del primer periodo y te diste cuenta que probablemente no aparecería durante el resto de las clases.
Estabas agradecida cuando el recreo llegó. Los comentarios te estresaban más que ayudarte. Primero, repasar los horrores de tus lecciones pasadas no te entusiasmaba demasiado. Además, los comentarios te hacían entrar en pánico porque eran como un megáfono recordándote que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, y más escuchabas de los repasos de las lecciones, más te dabas cuenta de que no estabas lista para los exámenes. Nunca lo estabas.
JooRi ah, ¿hacia dónde vas? —preguntó SeHun al verte caminar hacia la puerta.
Baño —contestase.
Iré también. Espérame.
Yo igual —dijo ChanYeol, mientras ambos te atrapaban para ir contigo.
Ey, ¿acaso me están asechando? —preguntaste, recordando lo que LuHan te había dicho la última vez.
¡¿Qué?! —exclamó ChanYeol.
¡No! ¡Por supuesto que no! ¡También debemos ir al baño! —dijo SeHun a la defensiva.
Lo que él dijo —secundó ChanYeol, intentando verse tan inocente como pudo.
Los observaste sospechosamente, luego suspiraste, decidiendo sellar el asunto.
No puedo esperar a que este día termine. Mi cabeza duele con todos estos comentarios —gruñiste.
Es bueno que tengamos comentarios, JooRi. No debemos aprender nuevas lecciones y tampoco estudiar por los exámenes más —dijo ChanYeol, sonriendo feliz.
¿Por qué debería ser una razón para no estudiar? —cuestionó SeHun.
¿No es para lo que son los comentarios? Ya anoté todas las cosas que abordaron hoy. Cada simple detalle. Solo debo asegurarme de no olvidarlo y estoy listo para ir —replicó ChanYeol, sintiéndose orgulloso de sí mismo.
Sigues necesitando estudiar ya que no sabes exactamente qué cosas van a tomar —le dijo SeHun.
¡Entonces porque hacen comentarios en primer lugar, estúpido! —dijo ChanYeol.
¡Estoy diciendo que los comentarios se supone que son solo una guía que seguir! ¡No significa que no debas estudiar más!
Eso solo se aplica a nerds. Como tú —contestó ChanYeol, erizando el pelo de SeHun, lo cual le hizo gruñir con irritación—. Para los chicos geniales como yo, sabemos más inteligentes ya que sabemos que los temas de los comentarios equivalen la hoja de respuestas. No has estado en la secundaria lo suficiente como para saberlo.
Aish, haz lo que quieras y falla solito —replicó SeHun.
¡Oh! ¡Hola, D.O.! —saludaste cuando viste a D.O. acercarse, al parecer volvía a su aula. SeHun casi inmediatamente calló al ver la mirada que este le dirigía, ignorándote; SeHun hizo lo mismo.
Aquí van de nuevo —murmuró ChanYeol, girando los ojos.
Uhm… chicos… —dijiste dubitativa.
Me iré primero —dijo fríamente SeHun, sin quitar los ojos de D.O. y pisó fuerte alejándose.
¡Espera! SeHun ah —intentaste llamarlo, pero no paró de caminar y parecía como si no quisiera escuchar.
Ignora a ese mocoso —dijo D.O. en un tono similar a un gruñido. Estaba mirando intensamente la forma en que SeHun se alejaba, y por un segundo, esperaste que no quisiera ir tras SeHun y darle un puñetazo, o algo más como lanzarlo a través del pasillo. No estarías sorprendida si te decía que estaba rasgando mentalmente sus extremidades como había hecho con la puerta del viejo depósito, juzgando por cómo le miraba.
Lanzaste un suspiro. —¿N-no van a intentar hablar sobre esto? —le preguntaste a D.O.
Ese mocoso piensa que es tan inteligente que no escuchará a nadie —escupió.
Ni siquiera a ti —dijo ChanYeol.
Aléjate de esto —siseó D.O.
¡Aish! ¡En serio! Los niños de hoy en día no escuchan a la gente mayor —resopló ChanYeol y se alejó caminando, molesto.
Soltaste otro desesperado suspiro. —Ya lo sabes, D.O., odio tener que decir esto, pero SeHun tiene un punto. Quiero decir, estoy de cierta forma agradecida de lo que hiciste, pero no era realmente necesario. Podrías haberlas ignorado. No me importaba realmente.
No lo hice por ti. Lo hice porque estaba siendo tan ruidosa que me estaba sacando de quicio —contestó, dándote una mirada despreciativa.
Entendido —suspiraste, tan cansada de sentirte avergonzada—. Pero sigue siendo una chica. No debiste haberle hablado de esa manera. Y fue humillada en frente de toda la escuela —explicaste.
Piensen lo que quieran pensar. No me importa —dijo D.O., antes de alejarse pisando fuerte, como los otros. No sabías si era solo tu imaginación, pero pensaste que había sonado algo herido.
¡D.O.! Ya D.O. Espera —intentaste excusarte, pero él te ignoró, dejándote parada en mitad del pasillo sola.
Genial. Ahora me odia también. Bien hecho, JooRi, diste otro suspiro impotente.
¿Te sientes bien, Song JooRi shi?
Te giraste para ver a Tao, mirándote inquisitivamente.
Oh, hola —saludaste.
¿Hay algún problema? —preguntó, lanzándole una mirada desdeñosa a D.O.
No, no. nada está mal.
Te ves molesta —replicó, estudiando tu rostro.
Oh, no es nada. Quiero decir, es algo, pero está bien. Quiero decir, no está bien pero lo estará, espero. ¿Qué estoy diciendo? Jeje —dijiste rascando tu cabeza.
¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte, Song JooRi shi? —ofreció.
¡Oh! No, no. muchas gracias, pero está bien, en verdad. Uhm, por cierto, no tienes que llamarme por mi nombre completo todo el tiempo. Dime solo JooRi —dijiste, intentando cambiar la dirección de la conversación ya que se estaba sintiendo algo incómodo. No querías discutir sobre los problemas del equipo de fútbol con alguien que no tenía nada que ver con ellos.
Entonces, JooRi shi —sonrió, después de reflexionar por un rato.
Quiero decir que también puedes quitar el shi. Jejeje —le dijiste—. O creo que está bien, si es lo que prefieres.
Entonces tú llámame solo Tao.
Ya he hecho eso —contestarse, riendo.
Sigues llamándome con el shi.
Oh, sí. Cierto. Jeje. Entonces te llamaré solo Tao de ahora en más —sonreíste—. ¿Por cierto, dónde te diriges?
Solo quería algo para beber —te dijo.
¿Bebidas?
A la máquina expendedora.
Oh, cierto —murmuraste, recordando que había algunas al final del pasillo—. ¿Te importa si voy contigo?
Está bien —contestó.
Gracias.
Caminaste con Tao, olvidando tu primer destino. De todas maneras, solo querías ir al baño porque querías salir del aula para sacar tu mente de los exámenes. Además, te estabas sintiendo demasiado estresada, que necesitabas algo de comida. Escogiste un paquete de Kettle Corn de queso mientras Tao escogía dos latas de cola de la máquina más cercana.
¿La otra es para Kris shi? —preguntaste.
Tao miró una de las latas y contestó: —Sí. ¿Cómo lo supiste?
En serio. No es como si tuviesen más amigos que ustedes mismos.
Lo supuse. —Te encogiste de hombros. Ambos comenzaron a caminar de vuelta—. ¿Quieres un poco? —ofreciste, mientras abrías uno de los paquetes de pochoclos y se lo acercabas.
Gracias, pero debo declinar —contestó.
Bien —murmuraste, divertida con su respuesta. No pudiste evitarlo, pero notaste que era la forma en que él y Kris hablaban. Tenían una manera de decir las palabras que les hacía sonar demasiado formal, si no era medieval.
¿Todos los chinos suponen ser como ellos? Oh, esperen. Ese demonio también es chino y sigue siendo rudo.
En verdad —estabas a punto de decir “idolatrar”, pero tu cerebro fue capaz de cambiar el término en el último segundo— lo respetas mucho, ¿verdad? A Kris shi, quiero decir.
Sí. Es alguien a quien admiro mucho —dijo más para sí que para ti.
¿Llevan conociéndose mucho? —preguntaste.
Tanto como puedo recordar. Siempre he estado a su lado.
Oh. Han sido amigos por tanto tiempo.
Él se retorció por alguna razón, pero no dijo nada.
Creo que también lo admiro —dijiste después de hacer saltar algunos pochoclos dentro de tu boca—. Siempre se ve tan inteligente y sensato. Nunca lo vi entrar en pánico durante los cuestionarios o durante los exámenes orales. ¡Y siempre parece saber la respuesta de todo!
Tao te miró con interés mientras seguías balbuceando.
Y realmente me ayuda mucho en clase. Y ahora también ayudó al equipo. No sé qué hubiese pasado si él no hubiese estado de acuerdo en ayudarme. Haahhh… —suspiraste—. Le debo mucho. Y parece que mis deudas se van acumulando —reíste.
Duizhang siempre hace lo que está bien sin esperar una compensación por ello. Si te preocupa como regresarle el favor, no tienes que hacerlo —te dijo Tao.
Ya veo. Entonces creo que es muy bueno. —Le sonreíste.
Desearía que esos dos fuesen iguales, frunciste el ceño, pensando en LuHan y Kai y como siempre te exigían favores. Tus pensamientos volvieron a Kai de nuevo. Como había sido últimamente.
Por cierto, ¿qué es duizhang? Me he dado cuenta que siempre lo llamas así —preguntaste, intentando distraer tu propio tren de pensamientos.
Su mandíbula se tensó un poco. Contundió mirando hacia delante, sin contestar tu pregunta.
¿Es alguna clase de sobrenombre?
Sí. Un sobrenombre —contestó despectivo.
Ya veo. Antes pensé que realmente era su nombre. Incluso lo llamé de esa manera —reíste—. ¿Qué significa? Y si no te molesta que pregunte, he notado que ambos están siempre juntos. ¿No… tienen otros amigos en la escuela?
¿Qué pasó con el asunto relacionado con el equipo de fútbol? —preguntó, sin contestar tu pregunta. Notaste su disconformidad y decidiste seguir con ese tema.
Personalmente, no eras una buena habladora y apestabas increíblemente en las conversaciones. Pero siempre te encontrabas parloteando durante las veces que charlabas con Tao. Siempre habías pensado que era bueno, como Kris, lo contrario a lo que la mayoría pensaba acerca de ellos. Y lo querías conocer mejor y tal vez, convertirte en su amiga, si eso era hipotéticamente posible. Pero ya que Tao era un taciturno, pensaste que probablemente no era tan distante como Kris, siempre sentiste que deberías ser uno de los que seguían hablando o la atmósfera se tornaría como el usual extraño silencio en el que esos dos estaban interesados.
Está arreglado ya. No serán expulsados. Y sus suspensiones incluso fueron retiradas —contestaste feliz.
Eso es bueno.
Aunque cierto zorro sigue decidido a no venir a la escuela. Ese chico realmente busca problemas, suspiraste, tus pensamientos seguían llevándote con Kai.
Este es tu aula, ¿verdad? —dijo Tao, sacándote de tus pensamientos.
Ah, sí —contestaste. Ni siquiera habías notado que estaban en la puerta.
Tao dubitativo miró hacia dentro del salón. Vio a Kris, quien miraba por la ventana, pero parecía estar debatiéndose internamente si debía llamarlo desde la puerta.
JooRi shi, ¿puedo pedirte un favor? —dijo finalmente.
Sí, ¿qué es? Y puedes quitar el shi —reíste.
¿Puedes alcanzarle esto a Duizhang por mí? Está demasiado lejos para dárselo yo.
Sí, seguro —contestase, tomando la lata—. Un segundo, pensándolo, no puedo. Recordé que tengo que ir a un sitio —sonreíste, devolviéndole la lata—. Tao shi, quiero decir, Tao, siempre pensé que eras inaccesible y frío, como… no importa. Pero inesperadamente eres cálido y amigable. Espero que otras personas puedan ver eso y espero que puedas hacer más amigos. Es divertido tener muchos amigos. Y lo aprendí recientemente. Jejeje.
Tao te miró, sorprendido y confundido, pero ya habías puesto tu atención en otra persona.
¡SeHun ah! —llamaste. SeHun te miró, usando una expresión inquisitiva—. Ven un momento.
SeHun se levantó de su asiento y caminó hasta la puerta. —¿Qué pasa, JooRi ah? —preguntó y se vio ligeramente sorprendido de que Tao estuviese contigo.
¿Puedes hacerme el favor de ayudar a Tao por un momento? Hay algunas cosas que necesito hacer ahora. —Le sonreíste dulcemente.
B-bien —contestó dudoso—. ¿Pero dónde vas? El recreo está a punto de terminar.
No te lo diré después de que me hayas dejado sola. —Le pusiste mala cara.
¡No lo hice!
¿Qué quieres decir con que no lo hiciste? ¡Ambos me dejaron sola de repente!
Pero les dije que me iría antes de hacerlo…
Como sea. ¡Todos se fueron dejándome sola! Igual cuida de Tao por mí —dijiste, palmeando el hombro del chico—. Como sea, Tao. Él es SeHun. No sé si ya lo conocías, también es del equipo de fútbol. No le prestes atención a nuestra pequeña pelea. Es un buen chico. Te ayudará desde aquí. ¡Los veo luego! —dijiste y te fuiste.
¡Hey! JooRi, ¿estás loca? —te llamó SeHun, pero no contestaste—. ¡Ya, JooRi ah~!
¡Pequeño, infantil y mimado monstruo! Hiciste un mohín después de un rato. Esperando que de alguna manera Tao pudiese hacerse amigo de SeHun.
Caminaste hasta las escaleras de la azotea. Miraste el gran cartel de “RESTRINGIDO” suspirando a la puerta y te preguntaste cuanto tiempo había pasado desde la última vez que habías ido a ese lugar. Empujaste la puerta y saliste. La agradable bienvenida del familiar calor del sol y aire fresco te llegó.
La vista siempre es genial aquí, suspiraste, mirando la distancia por un momento. Ahora, ¿dónde está el zorro?
Miraste hacia el espacio sobre la puerta de la azotea, que ocultaba tu vista. Tomaste un pochoclo y lo lanzaste allí. Esperaste por unos instantes de lanzar otro.
¿Kai? —preguntaste con duda—. ¿Kai, estás ahí?
No hubo respuesta alguna y te preguntaste si realmente estaba ahí. Tomaste algo de distancia para ver si podías ver mejor lo que había encima, cuando notaste una escalera de metal anexada al muro a un lado, que conducía allí.
Oh. Soy una perdedora —murmuraste y subiste por ella—. ¡Omo! —gritaste cuando tu pie izquierdo resbaló y te golpeaste la mandíbula con la barra de metal—. ¡Ah! ¡En serio! —murmuraste y continuaste ascendiendo.
Una vez tu cabeza estuvo lo suficientemente alto, viste a Kai acostado sobre su espalda, en lo que parecía una gran pieza de ropa. Una de sus manos descansaba en su estómago mientras que la otra estaba recostada gentilmente a su lado. Una de sus rodillas estaba ligeramente elevada y había un comic abierto sobre su cara. Al principio no sabías si realmente era Kai hasta que viste la mochila familiar descuidadamente en algún lugar de la azotea, junto a su blazer del uniforme y su limitador.
Suspiraste y ascendiste los últimos pasos.
Aigoo, este zorro. Incluso está usando su uniforme —murmuraste arrodillándote junto a su cabeza. Gentilmente quitaste el comic de su cara. Sus ojos estaban cerrados y sus labios entreabiertos. Su uniforme estaba desabotonado hasta la mitad de su pecho, dándole una generosa vista de su suave y ligeramente bronceada piel. Sus mangas desordenadamente enrolladas hasta los codos.
¿Cómo puede verse como un ardiente súper modelo sin siquiera intentarlo? ¡La vida es injusta! Espera, ¡¿acabo de pensar que es ARDIENTE?! ¡Aigoo! ¡Estoy tanto tiempo rodeada de pervertidos, que estoy comenzando a convertirme en uno!
Después de unos minutos regañándote mentalmente, volviste a mirar a Kai, y tu expresión se suavizó mientras contemplabas su durmiente rostro. No podías explicarlo pero sentías algo aliviada de poder ver su cara de nuevo. Hacía días desde que lo habías visto por última vez, y lo que había pasado no era exactamente un buen recuerdo.
Dejaste el comic a un lado y te debatiste entre despertarlo o simplemente dejarlo ser. Gentilmente tocaste su frente. No se movió.
Suspiraste, se perdió los pasados días de clases y los exámenes están cerca, pero sigue durmiendo como si no le importara.
Tomaste un pochoclo y recorriste su nariz juguetonamente.
¡Despierta, Kim JongIn~! ¡Despierta! Es hora del recreo —bromeaste como idiota—. Me pregunto si soñará con pochoclos si los huele.
Jadeaste cuando su mano, la cual estaba inocentemente descansando sobre su estómago un segundo antes, de repente agarró tu muñeca.
No deberías jugar alrededor de gente que intenta dormir —dijo, con un ojo abierto.
¿Estás despierto? Omo, me asustaste así —suspiraste, poniendo la otra mano sobre tu corazón.
Tiró de tu mano y comió el pochoclo, y lamió tu pulgar e índice por el polvo de queso que quedaba allí.
¡Y-YA! —gritaste con sorpresa, alejando tu mano de él.
Izó su cuerpo para quedar sentado y de frente a ti.
¿Qué haces aquí? —preguntó, despeinando su ya desprolijo cabello.
Debería ser la que hiciera esa pregunta. ¿Qué haces aquí? Deberías estar en clases.
Estoy suspendido —dijo, frotando su ojo con el dorso de sus nudillos.
ChanYeol nos dijo que revocaron su suspensión —le dijiste agriamente.
No importa. —Se encogió de hombros y volvió a su posición para dormir con los ojos cerrados.
¡Ya! ¡YA! —dijiste, sacudiendo suavemente su hombro.
Vuelve a clases y déjame dormir —dijo, haciendo un movimiento de “espantarte” con sus manos.
¿Qué quieres decir con dormir? También tienes clases, ¡imbécil! Y nuestros exámenes están por venir.
Rodó de lado dándote la espalda y bostezó, ignorando tu persistencia.
Te acercaste y sacudiste su hombro, ahora más fuerte. —¡Ya! ¡Despierta! ¡Ya, Kim JongIn! Despierta o llamo SuHo y al resto para llevar tu perezoso trasero. ¡Ya! —dijiste, tirando de su hombro para poder verle la cara. Rodó sobre su espalda y de repente tomó tus brazos, empujándote hacia abajo. Estabas sobre su pecho y tu rostro demasiado cerca del suyo.
Si no paras, haré algo que no te gustará —suspiró.
Jadeaste con sorpresa con tus ojos ampliados y la boca abierta. El paquete medio vacío de pochoclos en el suelo, olvidado.
O quizá quieras —sonrió de lado.
Te empujaste hacia arriba y le golpeaste fuerte en el hombro. —¡Pervertido!
¡Ow! —murmuró mientras acariciaba su hombro, riendo.
¡Aish, este zorro astuto! —resoplaste.
¡RRIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNG!
¡Omo! ¡El recreo terminó! ¡Llegaré tarde! Ya, ¿en verdad no vendrás?
Sobórname.
Te daré mis pochoclos.
Has derramado la mayoría —contestó tomando una pieza limpia que había caído en su ropa y la tiró a su boca.
Suspiraste. —Bien. Haz lo que quieras. Me iré.
Te apuraste en ir hacia la escalera, pero Kai te tiró de la muñeca.
Espera, quédate.
Por unos breves cuatro segundos ambos se quedaron mirando así.
¿Qué? —preguntaste finalmente, sorprendida.
Ya estás tarde —dijo, soltando tu mano y recostándose sobre su espalda, deslizando sus manos bajo su cabeza—. Te reprenderá si vas. Sálvate del problema y solo salta a clases —murmuró, cerrando sus ojos.
Tienes razón —dijiste después de un rato.
¿En serio? —preguntó, abriendo un ojo. No esperaba esa respuesta.
Tienes un punto. —Te encogiste de hombros—. Además, odio los comentarios. Y el doctor Jung también dijo que romper lagunas reglas era bueno para mí, o algo como eso. Es algo así como mi guardián ilegitimo, así que técnicamente tengo permiso.
¿Qué? —rió.
Era la primera vez que saltabas las clases. Tu madre te mataría si te encontraba fuera. Te sentías algo culpable y nerviosa a la vez. Pero no volver a los comentarios era una tentadora idea y realmente, realmente, querías hablar con Kai después de la escena que habías visto en las escaleras y su desaparición por varios días. Aunque SuHo te haya dicho que estaba bien y probablemente no deberías meter tu nariz en los asuntos de los demás, no podías solo dejarlo por alguna razón. Además, no tenías el realmente corazón para pretender que nada había pasado. Sin embargo, te diste cuenta que tampoco tenías el coraje de preguntarle abiertamente sobre eso.
Aunque sigo pensando que deberías ir a clase —le dijiste, sacando las preguntas de tu cabeza.
¿Por qué debería estar en clases y tú no?
Siempre faltas a clase. ¿Puedo sentarme aquí? —preguntaste, ocupando el espacio junto a él, quitando algunos pochoclos.
Adelante.
¿Dónde conseguiste esta ropa, por cierto?
La robé del club de cocina.
¿Son manteles?
Mm —afirmó.
Es muy creativo. Omo, la vista es mejor desde aquí —murmuraste al sentarte, mirando hacia el frente con tus rodillas contra el pecho. Levantaste la mirada hacia el cielo y entrecerraste los ojos por la luz del sol—. Ey, ¿no se pone caluroso aquí? No tendrías que estar en la azotea.
A veces se pone realmente caluroso, esas cosas deberían bloquear el sol de la vista —contestó sin abrir los ojos, señalando un grupo de lo que parecían ser tanques de agua y grandes gabinetes, de lo que no tenías idea, lejos, en la esquina de la azotea.
Bueno, está cálido ahora —le dijiste.
La luz del sol a esta hora es buena para ti. Deberías disfrutarla —replicó.
Creo que eso explica tu bronceado.
¿Estuviste comprobándolo?
¡P-por supuesto que no! —espetaste, tu rostro se tornó roja. Abrió los ojos para mirarte. Rió, luego volvió a cerrarlos.
Te quitaste el blazer y la plegaste para hacer un bulto, creando una almohada. Te recostaste junto a Kai mirando al cielo.
¿Qué? —murmuraste, volviendo a una posición sentada. Jugaste con tu cabello ya que la coleta no se sentía cómoda en esa posición. Intentaste fijarla, pero tu lazo de goma se había enredado con tu cabello.
Déjame arreglar eso —dijo Kai, quien también asumió una posición sentada. Metió su índice en el lazo de tu cabello. Escuchaste un suave “SNAP” antes de que tu moño se soltara y tus cabellos cayeron con suavidad a los lados de tu rostro.
¿Qué? —murmuraste con confusión hasta que viste tu lazo de goma en el suelo, cortado. Tomaste el ya inútil lazo y lo colgaste frente a ti, como un gusano muerto—. ¡Ah, que!
Él tomó el lazo y lo lanzó a algún sitio.
La solución es muy simple —sonrió y volvió a recostarse.
¡Aish! Este… —gruñiste, luego suspiraste, decidiendo preocuparte por tu cabello luego. Te dejaste caer en el suelo con tus rodillas dobladas y tus manos descansando sobre tu estómago. Miraste el cielo claro, con diferentes sombras que iban del blanco al azul. Era pacífico. Era hermoso.
Toma —dijo Kai, cubriendo con una clase de pedazo de tela sobre tus ligeramente expuestas piernas, distrayéndote—. Cúbrete con esto.
Omo —murmuraste, realmente sorprendida.
¿Qué? ¿Realmente pensaste que era un pervertido? —se mofó—. Y frótate con esa cosa mientras estés aquí.
¿Qué?
Para apagar tú esencia. No queremos que los profesores nos encuentren estando aquí por tu esencia.
¡Ugh! —Hiciste una mueca al acercarlo a tu nariz. Olía viejo y húmedo, como un viejo almacén y naftalina.
Es limpio, aunque no huele así —te dijo.
Hiciste lo que te dijo y volviste a acostarte en el suelo para continuar mirando al cielo. Miraste las nubes moverse en un agonizante paso lento. No pudiste recordar la última vez que habías mirado el cielo de esa manera, solo dejando pasar el tiempo.
Ey —le llamaste.
¿Mm?
¿Cómo te sientes? —preguntaste sin quitar los ojos del cielo.
¿Qué quieres decir? —preguntó.
Solo preguntaba. No te he visto en varios días.
Kai abrió sus ojos y te miró de reojo.
Lo viste, ¿verdad?
No respondiste y continuaste mirando las nubes que parecían grandes matas de algodón de azúcar. Sabías a que se refería, pero por alguna razón no pudiste afirmarlo o negarlo. Le escuchaste suspirar.
No fue nada. Olvida lo que viste —dijo y también alzó la vista hacia las nubes.
Si lo dices —contestaste después de un rato.
Kai suspiró de nuevo antes de sentarse, mirando en tu dirección.
Dame tu mano —dijo.
Lo miraste confundida, pero dudosa le entregaste tu mano.
La otra —dijo. La bajaste y le diste la otra mano. La tomó y puso la otra mano encima, cubriéndola—. Ahora no es tiempo de que te preocupes por los demás, cuando eres la única que parece inquietante.
Una débil y blanca luz comenzó a crecer en sus palmas. Era algo extraño, y te estremeciste instintivamente. Pero no dolió, y se sintió cálida en tu piel. Movió sus manos hacia tu muñeca y desabotonó la manga. La enrolló hacia arriba y descansó su mano en tu piel. La luz volvió a crecer hasta que suavemente se decoloró y Kai finalmente dejó tu mano. Te tomó un rato darte cuenta que tu vena no estaba más hinchada y el gran moretón en tu muñeca ya no estaba, como si nunca lo hubiese estado.
Miraste tu mano atónita. —¿Puedes… curar?
Usualmente no lo hago —dijo, colocando su mano sobre tus ojos. Los cerraste y sentiste el mismo calor y sentimiento agradable que habías sentido en tu mano, y te diste cuenta que era la luz curadora de Kai de nuevo.
Removió su mano, y estabas muy segura de que la hinchazón de tu nariz también se había ido. Abriste los ojos y lo miraste. Estaba sonriendo, no con su usual sonrisa de lado, sino una débil y amable, la cual casi le hacía ver como un extraño.
¿Kai, qué pasó ahí? —finalmente preguntaste la interrogante que había estado dando vueltas en tu cabeza desde hacía tiempo.
Nunca lo vas a dejar, ¿verdad?
También te sentaste para verle apropiadamente. —Es solo… me ha estado dando vueltas. Y no puedo dejar de pensar en ello, especialmente cuando no te mostraste los últimos días.
Estoy bien… solo necesitaba estar un tiempo a solas. No por lo que había pasado. Todo el mundo se siente así a veces, es perfectamente normal. Mi padre no tiene nada que ver con eso. ¿Estabas preocupada por mí? —se burló.
Lo estoy —contestaste honestamente, enfatizando el tiempo presente—. Y sé que los otros también. Y creo no saben cómo demostrarlo. SuHo lo vio también, lo sabes.
Que problemático —suspiró mientras se rascaba incómodamente la parte posterior de su cuello.
Lo siento por ser tan ruidosa. Está bien si no quieres contarme. Solo quería saber si estabas bien —dijiste sin mirarlo, jugando con el dobladillo de tu falda tableada sobre tus rodillas.
Te miró, respirando fuerte. Se recostó un poco y mirando a la distancia dijo: —Tenía un hermano.
Lo miraste, con algo de sorpresa. No esperabas que fuese tan abierto, y si alguna vez lo hiciera no esperabas que comenzara cruzando esa línea. Estaban hablando sobre él y su padre. Y ahora de repente hablaba sobre su hermano.
Kai continuó mirando a la nada, parecía perdido en su memoria.
¿Qué pasó? —preguntaste cuando no decía nada para continuar la historia.
Lo maté.

1 Like hell I would!: ¡Por el infierno que lo haré! Originalmente esta frase es una manera sarcástica de decir “por supuesto que no lo haré”





No hay comentarios:

Publicar un comentario