miércoles, 1 de octubre de 2014

Sueños

Título: Sueños
Autora: Caroline 
Género: Baile, fluff? No tengo la menor idea
Advertencias: Es algo que salió porque sí. No tiene nada de FF, de hecho es un cuento que pienso publicar en un futuro.
¡Dedicado a la dongsaeng! Ella sabe porqué. ¡Te quiero mucho!
Descripción: La vida pone muchas trabas en los sueños de las personas, pero... ¿no vale la pena intentarlo?



Sueños






—Empecemos. ¿Cuándo le empezó a gustar el ballet?

—A los seis años.

—¿Se puede saber cómo?

—Bueno. Si promete que no reirá le diré.

“Mis hermanas son mayores que yo, así que siempre me vi influenciado por lo que ellas veían o hacían. No es extraño decir que les gustaban las películas de amor, y una de ellas estaba protagonizada por una bailarina. Por alguna razón me gustó e insistí a mis padres de que me llevarán a practicarlo.

—¿Entonces fue por una película? Pero eso sucede seguido, ¿verdad? Los niños suelen arrepentirse y lo dejan a los pocos meses.

—No en mi caso. —Risas resuenan en la estancia, el entrevistador frunce el ceño—. Es extraño que a un niño, y mucho más varón, guste el ballet, aunque para mí no tiene nada de extraño. Es más, me parece algo precioso, algo puro, algo... Que no puedo explicar con palabras, no creo que lo entienda.

—Pruébeme

—El baile ayuda de muchas formas. Es un deporte excelente si se quiere expresar los sentimientos. No lo entendí así, sino hasta que me volví algo mayor. Un sentimiento precioso aparece en mi interior cuando veo al frente del escenario y la gente queda mirándome, mirándonos, con admiración. Algo cálido, como eso que te impulsa a hacerlo todavía mejor de lo que ya lo haces.

“Pero mi parte favorita es el Pas de Deux. ¿Sabe? Es lo que llamó mi atención en cuanto vi la película. La forma en la que el bailarín trata a la mujer, de esa forma tan delicada, tan cuidadosa, como él la ayuda a llegar a aquellos ángulos que le es imposible hacer sola, esa mirada de satisfacción que muestra ella es indescriptible, es agradecida y placentera. La coordinación con la que se mueven los cuerpos, los estilos de cada uno que se mezclan, el público termina sin saber que son dos los que se mueven. Tanta perfección entre ambos es como si...

—Parece que estuviese hablando de sexo en lugar de baile. —Una sonrisa arrogante aparece en el rostro del bailarín.

—¿Y no es eso el baile en realidad? Cuerpos que se mueven en sintonía, y toques delicados que te pueden llevar al más alto éxtasis, créame cuando le digo que no hay demasiada diferencia entre el Pas de Deux y lo que usted llama sólo sexo.

—En este momento me pregunto sí nosotros estamos en sintonía.

—Créame, señor, que yo estoy en sintonía con usted.

—¿Y qué hay de mí?

—Eso no lo sé. Aun no puedo leer mentes. Pero no parece entender de lo que estoy hablando.—Entonces explíqueme. —El entrevistador ya parece enfadado, pero eso no hace que el bailarín se apurase en hablar, más bien bebe un poco de agua, acomoda su ropa y después el cabello antes de seguir haciéndolo.

—No es fácil explicarlo a alguien que se pasó la vida entre libros sin hacer lo que en verdad le apasiona.

—¿Quien dice que no me apasiona vivir entre los libros? ¿Qué sabes tú, acaso, de mi vida y mis gustos?

—Lo suficiente como para darme cuenta que jamás logró lo que quería en la vida.

—¿Acaso lo lograste tú?

—Si no fuera de esa forma no estarías aquí, entrevistándome.

—Estoy entrevistando a un bailarín que no llegó a los grandes escenarios como deseaba, por quien sabe qué razón. —El rostro del bailarín se oscurece.

—¿Cuál es la siguiente pregunta?

—Eso creí. ¿Cómo fueron los primeros años?

—Muy duros.

—¿En qué sentido?

—Apenas tenía seis años. Y es algo demasiado exigente para alguien de mi edad, para todos los que estábamos ahí, pero yo tuve que lidiar con los idiotas que se burlaban de mi por ser varón y bailar ballet. Es algo para niñas.

“En esos años me lesioné muchas veces, pero nada grave. Ya sabe, algún desgarro, fracturas por esfuerzo, debí perder mucho peso. Pensé en retirarme cuando cumplí los trece años.

—¿Y qué paso?

—Mi primer concierto como protagonista. —Una sonrisa de satisfacción se dibuja en el rostro del bailarín—. El ver a toda esa gente mirándome desde abajo. Admirándome. La calidez de mi corazón se volvió más potente cuando entendí que el arte se expresa de tantas maneras.

“Más adelante aprendí a controlar mi cuerpo para que pudiera expresar la tristeza, el amor, la felicidad, o cualquier otra cosa que se me pusiera delante. Todo lo veía como un desafío. Aún ahora me enfrento a la vida de esa forma.

—¿Expresándose?

—No. Como sí la vida fuese mi más grande escenario, ese del cual no te puedes bajar sino hasta que termine la función, sin importar cuan cansado este, siempre intento enfrentarme a ella con el orgullo. Incluso a usted, aunque me haya ofendido, lo veo como al público más exigente al que debo impresionar.

—Eso es malo. Yo sólo reviso el guión que ya pasó a ser antiguo.—Entonces no entiende que sucede aquí.

—Estoy entrevistándolo, queriendo que me cuente su pasado, si lo piensa de otra manera, es usted el que no lo entiende.

—¿Y qué más quiere que le cuente, entonces?

—Hábleme de ella. ¿Cómo la conoció?

—Ella comenzó a ir a ballet cuando yo tenía dieciséis. Apenas tenía trece años, y se notaba que su talento era impresionante. En apenas medio año comenzó a utilizar las puntas y comenzó a prepararse para la presentación de la academia.

“Por lo general no dejaban que principiantes tuviesen un papel muy importante, pero se había ganado el favor de la profesora.

—¿Estamos hablando de la misma persona?

—Por supuesto.

—Y habla de ella como un ídolo, no como su amor.

—Le advierto, señor, que no intente comprender la mente de un bailarín. La chica podía llegar a ser físicamente horrible, pero sus sentimientos al desplazarse por el piso se llevaron mi corazón.

“Era hermosa a su manera. Ya sabe, el baile es un arte y no cualquiera puede hacerlo o lo entiende.

—¿Y no había tenido ya algún encuentro de ese tipo con otra bailarina?

—Sólo miradas de admiración con las mayores, pero ninguna que hubiese llamado la atención tanto como ella. Su talento era innato, y puedo apostar que hubiese llegado muy lejos, de no ser por el accidente.

—¿Que accidente?

—Tiene razón, no creo que hablemos de la misma persona.

—Pero no se contenga, por favor. Estoy aquí para retratar su vida. Y si ella fue parte, estoy encantado de que la haya nombrado.

—A su familia no le gustaba que bailase. Y cuando empezamos a salir intentaron separarnos.

“Creo que el día más feliz de sus vidas fue cuando se accidentaron y ella quedó con una parálisis, a los dos años de conocernos.

—Que terrible.

—No finja si no le importa.

—Sí me importa. Una niña con semejante lesión. ¿Quién tiene un corazón tan duro? ¿Sabe que le sucedió después?

—Sólo sé que pudo volver a caminar. —Ambos, entrevistador y entrevistado hacen una pausa.

—¿Qué sucedió con usted mientras tanto?—En ese momento me habían ofrecido el papel protagónico en el escenario más importante de la Capital. Viaje allí, abandonando todo. Incluso el último año de la escuela.

“Fueron años de verdadero sacrificio. Sólo vivía para el teatro. El amor que sentía sobre los escenarios cada vez que terminaba una función... ese sentimiento. Inundaba mi razón. No sólo era orgullo por mi talento. No.

“A veces me sentía mal por ella. Llegue a llorar noches enteras. Pero cuando quise verla de nuevo, años más tardes, no me recibieron.

—¿Ella tampoco?

—Bueno. Es algo complicado. Fue después de mi accidente, en esa época salía con la mujer que usted nombró antes. En realidad no era de mi agrado, más bien era sólo una relación por compromiso.

“Ya tenía veintidós años. Quería formar una familia, pero ella seguía en el auge de su carrera.

—¿Fue cuando cayó en el escenario? —Una mirada hostil cruzó con la del entrevistador. El bailarín odiaba que se lo recordaran.

—Era un día muy importante para todos. Estaba el director de una compañía internacional demasiado importante. Yo estaba muy nervioso. Era el momento perfecto para lanzarme a la fama. Tanto ella como yo éramos los protagonistas. El Cascanueces es una obra preciosa.

“Estábamos en perfecta sincronía. Pero al momento del Pas de Deux...

—¿Todo terminó?

—No. Pero la que en ese entonces era mi pareja se fue y comenzaron a darme papeles más pequeños. No querían que arruinara otro momento perfecto.

"Perdí a tres mujeres importantes en mi vida. Mi primer amor por un accidente de tránsito y luego por el egoísmo de cumplir un sueño. Mi pareja de baile, Margareth, por su egoísmo y cumplir su sueño. Más tarde a mi madre, por la edad y el descuido de mi parte y mis hermanas.

"Fue algo muy triste. Falleció sola, con la simple compañía de las enfermeras del hospital. Yo pague todo, pensando que aunque estuviese lejos igual podría darle el amor que nunca pude darle. Pero fue peor. Hubiese preferido estar ahí. Besarle las manos y el rostro hasta que su corazón dejase de latir y luego llorarla de la manera correcta, hacer un verdadero duelo y ver como el último poco de tierra cubría su ataúd. —Una lágrima salió del ojo del bailarín al terminar de hablar—. No suelo 
hablar de esto. Siéntase afortunado.

—También estoy agradecido de que haya dejado hablar a su corazón.

"Sin embargo. Suena como si no fuese feliz.

—¿Cómo no ser feliz con la vida que llevo?"Quiero decir. Si no me hubiesen ocurrido todas estas cosas, jamás habría podido descubrir mi amor por la docencia. Ver a todos esos niños luchar por cumplir sus sueños, tan puros e importantes, como el estar sobre un escenario y sentirse cálidos, con el corazón palpitante y repleto del amor de los espectadores.

"No todo en la vida es cumplir el propio sueño, sino ayudar a los demás a hacerlo. Son niños, necesitan tener esa esperanza de saber que todo se puede.

—¿Por eso volvió a este lugar? —El bailarín se levanta de su asiento y con gracia camina hacia uno de los muros de aquella sala de prácticas en la que tantos recuerdos había hecho con el tiempo. Y una sonrisa cubrió su rostro.

—Tuve la oportunidad de ver a mi primer amor de nuevo. Sigue tan preciosa como siempre. Y su hija es tan talentosa como ella. Cuando camina parece que se fuera a comer el mundo. Estoy feliz de que ella y la otra pudiesen tener una vida feliz. Y yo soy feliz con esto —Señala la sala con ambos brazos extendidos—, no muchos pueden decir lo mismo.

El entrevistador asiente con una sonrisa en su rostro.

Ambos se saludan con cortesía y el entrevistador vuelve a su casa.




A las pocas horas de estar transcribiendo la historia del bailarín en su computador, observa un cajón de su escritorio.

Dentro de él sabe, hay un cuaderno con una historia propia, inventada por él mismo, escrita por él y que cuando comenzó, con apenas diecisiete años de edad, soñaba infantilmente con poder publicarla.

Con una sonrisa en el rostro, y olvidando su anterior obligación, sacó aquella reliquia de su adolescencia y comenzó a leerla, para luego poder corregirla, y luego...

¿Quién sabe qué sucedería?






No hay comentarios:

Publicar un comentario