¿Por qué cantas, JongDae?

Título: ¿Por qué cantas, JongDae?

Autora: Caroline

Género: Fluff

Pareja: ChenYin

Advertencias: Ninguna

Notas de la autora: Para mi querida dongsaeng. Le prometí que escribiría un fluff de esta pareja y bueno... salió esta cosa. ¡Espero que te guste!

Resumen: JongDae pierde su voz. La causante tiene que hacerse cargo. 

JongDae es una persona que adora cantar, y es algo que hace todo el tiempo. Desde que se levanta hasta que se acuesta en la noche, incluso le han dicho que canta dormido.

Es posible que también cante las palabras que habla, todas ellas tienen un ritmo especial dependiendo de si está contento o triste, incluso inventó un ritmo especial para cuando tiene hambre.

Sus amigos muchas veces le han pedido que deje de hacer eso. Les molestaba por ejemplo, cuando veían una película que tarareara la música de fondo, arruinando la escena.

—Ya cállate. Me mudaré y tendrás que pagar el departamento tú solo —le había amenazado MinSeok, su mejor amigo de la infancia y con quien había vivido los últimos tres años de universidad.

Pero no le importó. De hecho, fue él quien consiguió un nuevo departamento, más pequeño que podría pagar con el pequeño sueldo de camarero de un insignificante café en las afueras de la ciudad.

Vivía solo, pero ahora era feliz. Podía cantar en voz alta, sin un compañero que le estuviese reprimiendo a cada rato.

Hacía poco tiempo, había conseguido que ese café tuviese cada noche un pequeño espectáculo, protagonizado por él, y otro simpático camarero, que se llamaba ChanYeol, y tocaba una gran cantidad de instrumentos.

JongDae era una persona normal, sencilla, con una hermosa voz. Delicada como la seda, pero potente y avasalladora, como una bola de demolición. No había nadie que pudiese quedarse sin cerrar los ojos cuando ese par mostraba sus talentos.

Pero una tarde fue diferente. Una tarde se quedó sin poder emitir sonido.

No porque se había enfermado. No porque tuviese algún problema.

No.

La única razón era ella.

Esa hermosa muchacha que había ingresado en el café en el momento en que estaban por comenzar el espectáculo de esa tarde.

Se tuvo que disculpar con todos, porque sin querer ya no podía hablar.

Su jefe no se enojó. Tampoco su compañero, quien comenzó a tocar la guitarra dulcemente.

Pero los días comenzaron a pasar, y su voz no regresaba. La gente que frecuentaba el café solo para escucharlo, dejó de ir, pero aquella hermosa chica no. Desgraciadamente para él, cada vez que la veía, lo poco que había recuperado su voz en las pocas horas que no la veía, se desvanecía como por arte de magia. Así que llegó a la conclusión de que esa chica le robaba la voz.

Después de una semana completa sin poder cantar, el dueño del café decidió dar por finalizado el espectáculo que se daba cada tarde, puesto que su artista principal no estaba apto para ejercer su talento. También, JongDae le había tomado rencor a aquella chica, tanto así que ya no le atendía, y cada vez que entraba al café, la miraba con odio. No le caía bien en absoluto. Ella le había robado su voz.

Fue cuando habían pasado dos semanas sin su voz, que la chica se paró frente a él, con el uniforme del café y su jefe le dio la noticia de que ChanYeol ya no trabajaría allí.

—Espero que cuides de mi —pronunció ella en un muy extraño coreano.

—Es de China, se llama LiYin. Ayúdale a adaptarse —ordenó su jefe, antes de ir a su oficina.

JongDae quería explicarle, pero su voz estaba atorada en su garganta. Después de unos minutos, se dio por vencido y le señaló las mesas que estaban sucias. La chica comenzó a limpiar, mientras JongDae atendía a las personas que recién llegaban.

La mañana se convirtió en tarde en muy poco tiempo, claro, para el gusto de JongDae, que quería seguir viendo el cuerpo de esa chica deslizarse entre las mesas, haciendo equilibrio con su bandeja, quería verle el rostro sonreír y luchar por comprender perfectamente las palabras de los comensales.

Cuando el día había terminado, JongDae se vio arrastrado por las manos de esa chica, a quien en realidad odiaba, pero le caía bien, hasta un karaoke.

—Fui a ese café porque me prometieron que escucharía una voz hermosa. Aún la sigo esperando —pronunció ella, en su acento tan gracioso. JongDae dibujó esa sonrisa de gato. LiYin le imitó y se metieron en aquel cuarto de karaoke.

La timidez se abrió paso entre ellos. LiYin por su locura hecha realidad,  JongDae porque estaban en un karaoke y él no tenía voz.

Y ahí llegó el problema.

¿Qué se suponía que cantarían?

JongDae tomó el listado con decisión y escogió una canción de la lista.

Al parecer LiYin la conocía, puesto que tomó el micrófono y comenzó a cantar.

JongDae cerró los ojos y la escuchó con admiración.

La voz de LiYin…

Si el cielo fuese terrenal, si las voces de los ángeles fueran audibles, sin dudas, si así sonaba el paraíso, JongDae querría pertenecer a él por siempre.

Sin darse cuenta. JongDae tomó el otro micrófono que había sobre la mesa y lo acercó a su boca. Por sus labios lentamente fueron abriéndose paso las palabras y melodía que la canción llevaba consigo. Consiguiendo acoplarse a la voz de LiYin, ambos se miraron a los ojos y sonrieron.

La voz de JongDae había vuelto.

La música era nuevamente parte de su vida. Ahora podía volver a tararear, cantar y usar su voz para lo que quisiera.

La única diferencia, era que ahora podía compartir esa afición con alguien más.