Pareja: Sulli-SeHun, leve mención Kai-Krystal
Género: Angst (que raro en mi)
Advertencias: Violación de un personaje.
Descripción: SeHun y SeolRi tienen una vida perfecta. Sin embargo, SeHun guarda un oscuro secreto que no sabrá controlar.
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Choi
SeolRi era una mujer con una vida perfecta, una casa perfecta, un trabajo
perfecto y un esposo perfecto. Lo único que le faltaba era tener un hijo, quien
seguramente sería perfecto también.
Choi
SeolRi y Oh SeHun llevaban casados dos años, y parecía que nada iba a separar
aquella pareja. Se veían felices.
Pero
en realidad, desde fuera todo se ve perfecto.
Nadie
sabe cómo es en realidad Oh SeHun, cuan posesivo es capaz de llegar a ser, lo
que los celos pueden causar en una relación tan sólida, como la de ellos dos.
Porque
SeolRi sabe cuál es el verdadero secreto de Oh SeHun.
SeolRi
estaba sentada en su living, tomando el té con una de sus amigas, Jung SooJung.
Ambas se conocían desde la escuela, y podría decirse que era una de las pocas
personas con las que SeHun dejaba a SeolRi hablar.
—Me
dijo Sica que SeHun ascendió de puesto—dijo, refiriéndose a su hermana,
SooJung.
—Sí,
bueno. Él dice que ahora puede mantenernos mejor y no quiere que siga
trabajando.
—¡Aprovecha!
—su voz salió demasiado aguda, haciendo que SeolRi temblara—. Lo siento —se
disculpó con una risita—, pero piénsalo. Podrías salir a comprar más ropa,
podríamos ir a relajarnos al nuevo SPA. Incluso tendrías tiempo de criar a un
niño—SooJung comenzó a divagar, soñando por su amiga. Por otro lado, SeolRi
solo bajaba la mirada, ¿realmente SeHun la dejaría hacer todo eso sola? Por supuesto que no. Él
seguramente la obligaría a esperarlo en casa, preparar el alimento y calentar
la cama.
—Sigue
sin ser buena idea no ir a trabajar. Puedo hacer todo eso en los fines de
semana, además, si tuviera un hijo podría hacer una buena parte del trabajo en
casa mientras lo cuido—reflexionó.
—Eres
una idiota. ¿Con semejante marido que tienes, todavía piensas en trabajar? —La
puerta de entrada se abrió, dando paso a Oh SeHun. Un hombre alto, delgado, con
cabello moreno y facciones perfectas.
Les
sonrió a ambas mujeres, y se quitó el abrigo, antes de avanzar hasta su esposa
y darle un corto beso en los labios.
—Escucha
a tu amiga, ella tiene razón—SeolRi abrió grandes los ojos ante las palabras de
SeHun, ¿había estado escuchándolas? —. Siempre supe que eras buena influencia
para ella, SooJung ah. —La mujer se ruborizó y bajó la mirada, con una pequeña
sonrisa en los labios—. Estaré en el despacho, hay algunos trabajos que
necesito terminar, avísame cuando esté la cena.
—C-claro—tartamudeó
SeolRi, ¿a que venía todo aquello?
Apenas
escucharon la puerta del despacho cerrarse, ambas lanzaron un suspiro.
SeolRi
y SooJung habían sido amigas desde muy temprana edad, siempre se compartían los
secretos, no había mentira entre ellas.
Sin
embargo, cuando ambas ingresaron en el instituto, conocieron a Oh SeHun, sin
dudas era el chico más atractivo que habían visto en sus vidas. Ambas pactaron
no acercarse a él, no querían que su amistad terminara por alguien tan insignificante.
El
instituto estaba a punto de terminar, cuando SeHun se declaró a SeolRi. Había
sido durante el último mes de clases, así que se hicieron novios. SooJung lo
aceptó rápidamente, estaba celosa, por supuesto, pero no era de esa clase de
personas rencorosas, además, SeolRi y SeHun se gustaban mucho. Quien quiera que
los mirara quedaría encantado con la pareja que amos hacían.
Durante
la universidad SeHun y SeolRi siguieron su noviazgo, al igual que SooJung y
SeolRi su amistad, nada había cambiado.
Una
vez, durante una salida, SeHun llevó a uno de sus nuevos amigos de la
universidad, Kim JongIn. Él y SooJung tuvieron una chispa en seguida, y
comenzaron a salir después de eso.
Cuando
SeolRi cumplió sus veintidós años, SeHun le ofreció el matrimonio.
Se
casaron y se mudaron juntos. Ambos habían terminado con sus carreras y se
estaban abriendo camino en el mundo del trabajo.
Pero
SeolRi notaba algo extraño cada vez que ambos estaban solos en la casa. SeHun
era dulce, suave, la trataba con cariño, pero algo no estaba yendo bien.
—¿En
qué piensas? —SeolRi observó a su esposo. Ambos estaban cenando, y por alguna
razón, la mujer había comenzado a recordar aquellos años en los que ambos
estaban comenzando su relación, conociéndose.
—En
nada—la chica sacudió su cabeza y volvió su vista a la comida, sintiendo como
SeHun no quedaba conforme con esa respuesta, así que volvió a mirarlo con una
sonrisa—. Recordaba nuestra primera cita. Me gustaría volver a la plaza. —SeHun
le sonrió de vuelta.
—Este
fin de semana iremos—ambos volvieron su atención de vuelta al plato.
El
fin de semana llegó. El día era precioso, estaba soleado y pocas nubes pintaban
el cielo; la temperatura no llegaba a ser frío, pero era perfecto para caminar
sin transpirar.
SeolRi
había olvidado la promesa que su esposo le había hecho, y estaba preparándose
para ir a la casa de su amiga.
—¿A
dónde vas? —le preguntó SeHun, al verla con un vestido de corte recto. Él ya se
había vestido con ropa deportiva y preparaba una canasta de comida para hacer
un picnic.
—SooJung
me invitó a diseñar su vestido de novia—explicó, buscando una campera liviana.
—Pensé
que iríamos a la plaza. —SeolRi se golpeó mentalmente. Claro, él lo había
prometido.
—Lo
siento—lo miró con pena—. Ahora la llamo para avisarle que no iré. —SeHun le
sonrió de vuelta, y se fue de la habitación para dejarla cambiar tranquila.
De
aquel incidente pasó un año, y SeolRi dejó su trabajo para dedicarse a tiempo
completo a la casa. SeHun y ella habían decidido tener un bebé, y querían que
el nuevo integrante de la familia estuviera bien contenido.
Ella
no podía hacer mucho más que limpiar, ordenar, cocinar y cuidarse a sí misma.
SeHun insistía en ir a comprar juntos, pero ella a veces tenía que salir porque
había algún ingrediente en la receta que faltaba y no sabía cómo inventar otra.
Él siempre se enojaba cuando hacía eso, pero al mismo tiempo esas eran las
noches que más disfrutaba SeolRi, porque parecía que el enojo de su esposo
fuera la inspiración para que la cama se volviera ardiente.
Pero
SeHun no le dio más dinero para que gastase en alguna urgencia, y eso molestó a
SeolRi. A ella no le gustaba tener que depender de nadie, por eso quería
trabajar.
—Mi
amor—dijo una noche, mientras ambos estaban acostados, ella no respondió, solo
esperó a que él siguiera hablando, de todas maneras lo haría—, ¿realmente
quieres tener un hijo?
—Por
supuesto, sería precioso tener algo de movimiento en la casa—lo soltó sin
pensar, pero al parecer esa respuesta contentó a su marido.
—¿Cuántos
quieres? —enredó ambas manos con las de ella, dirigiéndole una mirada repleta
de ternura.
—Todos
los que pueda tener—ambos se besaron.
Esa
noche concibieron a su primer hijo.
Cuando
JongDae cumplió los cuatro años, SeolRi no soportaba más estar encerrada en la
casa. Ni siquiera SooJung le hablaba. Poco a poco, todo lo que antes brillaba
en ella se fue opacando.
Había
dejado de cuidar su aspecto, después de todo, ni siquiera podía llevar a su
hijo al kínder. Su rostro parecía demacrado y su cabello había terminado por
cortarlo demasiado. Sin embargo, SeHun estaba más apuesto que nunca. Siempre
iba a su trabajo con el traje perfectamente arreglado y la camisa planchada.
Esa
noche, JongDae se había quedado en la casa de un amigo a dormir, y la verdad
era que SeolRi tenía muchas cosas para decirle a su esposo.
SeHun
llegó de trabajar al mismo horario de siempre, ni un minuto de más, ni un
minuto de menos. SeolRi había sacado sus viejos maquillajes y se había
arreglado el cabello, también estaba usando una de sus viejas prendas, una que
se amoldaba a su perfecta figura, no como los típicos atuendos que llevaba
cuando estaba sola en casa.
—¿Vas
a algún lado? —preguntó SeHun al verla tan arreglada. Pasó su vista rápidamente
por la mujer y se volvió hacia la mesa donde dejaba todas las cosas al volver
del trabajo.
—Sí—respondió.
El silencio se hizo presente. SeHun no se movía, y SeolRi podía jurar que
estaba apretando la mandíbula fuertemente, conteniendo la furia.
—Y
se puede saber con quién—no era una pregunta. SeHun giró su cuerpo para quedar
frente a SeolRi. Sus ojos chispeaban con furia.
—Contigo.
—Los ojos del hombre se relajaron un poco, pero seguía igual de tenso.
—No
iré si vistes así—volvió a girar para terminar de arreglar sus cosas.
—¿Por
qué no? Si estoy bonita—ella sonrió dulcemente y señaló su vestido, aunque él
no la mirara.
—Es
mentira, te vez espantosa.
—¿Qué
dices? —la voz de ella se quebró. Él volvió a girar mirándola. Mostraba una
sonrisa sínica, donde podía notar que no se arrepentía de lo que había dicho.
—Por
supuesto. Mira tu rostro, pareces un payaso con tanto maquillaje. Tu cabello es
demasiado corto para tu forma, y no quiero hablar de esa ropa, tan vieja y
gastada. —SeolRi se dio vuelta indignada, pero la tomó del brazo para que no se
fuera—. No gastes tiempo en intentar arreglar algo que no puede ser arreglado.
—¿Por
qué estamos juntos entonces? Podrías tener a cualquier mujer hermosa, y en
lugar de eso te casaste conmigo. Si tan fea soy, déjame sola.
—No
te dejaré… eres mía. Además, nosotros nos amamos, ¿no es así?
SeHun
estrechó su rostro y comenzó a besarla con hambre. Por otro lado, SeolRi re
repetía esas palabras: nosotros nos
amamos. ¿En verdad se amaban tanto?
SeolRi
siempre escuchaba a su esposo hablar de ella con asco. Ella pensaba que
realmente era horrible. Ella pensaba que no merecía la vida que tenía, el
esposo maravilloso que poseía, ese hijo que tantos envidiaban. Ella pensaba que
nadie la quería, por eso no podía separarse de SeHun. Él era el único que la
amaba.
—¿Por
qué querías salir? —preguntó SeHun, cuando ambos yacían sobre la cama, después
de una larga sesión de sexo salvaje, aprovechando que su hijo no estaba.
—Estoy
embarazada. Tendremos otro niño. —SeHun la miró incrédulo. Estaba feliz, sí,
pero eso significaba tener que compartir a su esposa con alguien más.
Ambos
habían cumplido cuarenta y un años. JongDae ya tenía dieciséis, y la pequeña
SungYong había cumplido doce hacía pocos días.
Los
cuatro parecían una familia feliz, pero SeolRi desencajaba completamente de la
perfecta imagen que daba su familia. Ella tenía apenas cuarenta años y parecía
que tuviese diez años más. Sus hijos se avergonzaban de mostrarla, su esposo no
la llevaba a las reuniones de su trabajo, sus amigas ya no la visitaban, y por
supuesto, no podía trabajar, pues, ¿quién querría contratar a una mujer tan
horrible como ella para asistente visual?
Solo
había algo por lo cual podía seguir adelante: el amor eterno que SeHun le
profesaba día y noche.
Pero
una noche fue diferente a todas.
Era
viernes. JongDae y SungYong se habían quedado fuera de la casa. SeHun no había
vuelto del trabajo a la hora habitual, y ella se aburrió de esperarlo en la
mesa con la cena servida. Dejó la comida en el microondas para que él la calentara
en cuanto regresara y se fue a acostar.
El
ruido de un portazo la despertó a mitad de la noche. Se acurrucó en la cama,
esperando por quien sea que hubiera entrado en la casa.
—SeolRi,
mi amor—era la voz de SeHun, así que se relajó un poco, sin embargo, no podía dejar
de pensar que su esposo sonaba diferente, y eso la asustó—. SeolRi, vamos a
divertirnos juntos—una sombra se vio en la puerta de la habitación.
SeHun
estaba borracho. El olor a alcohol invadía las fosas nasales de la mujer, y eso
le asqueaba.
Se
asqueó aún más, cuando SeHun se lanzó encima de ella y comenzó a tocarla con
desespero. SeolRi intentó quitarlo de encima, diciendo que no quería así, pero
él la golpeó y tiró de su cabello, diciéndole que disfrutaría.
SeHun
la hizo suyo tantas veces como la noche se lo permitió. Ella terminó sangrando,
con cientos de golpes sobre su cuerpo.
Al
día siguiente, SeolRi despertó en el hospital. SeHun no estaba, SeHun no
estaría nunca más, se había ido para siempre, dejándola sola con dos niños.
Ella
lloró, por supuesto que lo hizo, pero sintió que una oleada de libertad se
apoderó de su vida.
Ahora
podía ir a trabajar, ahora podía salir con amigas, ahora se daba cuenta que en
realidad era una mujer preciosa que gozaba de una salud impresionante.
¿Qué
fue de la vida de SeHun? Simple. Él era un abusivo, pero no lo sabía.
Manipulaba a su esposa para que solo le perteneciese a él, sabía que si ella se
sentía sola, siempre se quedaría con él.
Su
padre había sido un abusivo, y él se había prometido que jamás sería como su
progenitor. El día en que golpeó y violó a SeolRi se dio cuenta de lo que había
estado haciendo, y la dejó. En verdad la amaba lo suficiente como para darse
cuenta a tiempo y no hacer lo mismo que su padre.
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La verdad este oneshot tenía pensado hacerlo desde hace bastante, iba a ser un fic de varios capítulos, pero no se me dio la oportunidad. Quizá más adelante pueda publicar el prólogo que tenía preparado.
No quiero que odien a SeHun, de hecho es uno de mis miembros preferidos de EXO.
Y con respecto a la historia... creo que realmente se ve así, no es algo que todos puedan apreciar. Un monstruo no es realmente un monstruo sino hasta que lo queremos ver, y ninguno se había dado cuenta de lo que en verdad pasaba en sus vidas.
En fin, ¡espero que les haya gustado!
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