8 de enero, 2021.
Barnone’s coffee no era un lugar demasiado concurrido, a pesar de que abría a primera hora del día y cerraba cuando daba la medianoche. Se localizaba en una esquina del asfalto de Gyeongi-do y contaba con una decoración en tonalidades de rojo bordó y marrón oscuro, dándole una apariencia cálida y familiar. A LuHan le gustaba ir con frecuencia, el encanto de la cafetería era su imagen anticuada y eso lo incitaba a visitarlo, además le traía viejos recuerdos que salían a flote una vez que se sentaba frente al gran ventanal.
Barnone’s coffee no era un lugar demasiado concurrido, a pesar de que abría a primera hora del día y cerraba cuando daba la medianoche. Se localizaba en una esquina del asfalto de Gyeongi-do y contaba con una decoración en tonalidades de rojo bordó y marrón oscuro, dándole una apariencia cálida y familiar. A LuHan le gustaba ir con frecuencia, el encanto de la cafetería era su imagen anticuada y eso lo incitaba a visitarlo, además le traía viejos recuerdos que salían a flote una vez que se sentaba frente al gran ventanal.
Recuerdos que se negaba a olvidar.
—Buenas tardes, LuHan —le saludó HyoSoo, la joven mesera
del local.
—No sé si tan buenas —bromeó él—. Es sólo que me siento
cansado por las entrevistas —explicó viendo que la muchacha lo miraba con ojos
concernidos.
Ella le sonrió. —¿Qué vas a tomar? ¿Lo de siempre?
—Lo de siempre —repitió devolviéndole la mueca.
HyoSoo se marchó al mostrador para hacer el pedido y él
miró su reloj por décima vez en el día. Seis de la tarde. Había una posibilidad
de que esta vez no tomase su café en solitario. Existía la esperanza, aunque
mínima y remota, de que él viniese.
Ansioso, tamborileó los dedos contra la madera de la
mesa.
25
de marzo, 2015.
El día había sido un fracaso, con todas las merecidas
letras. Había llegado tarde a su entrevista de trabajo en la que sintiéndose
realmente torpe y nervioso había dicho un par de estupideces que lo dejaron en
ridículo, ante la mirada incrédula de los gerentes. Luego recibió la llamada de
su madre informándole que su hermano menor se había metido en pleitos, y éstos
habían terminado muy mal, de modo que debía buscarlo al colegio.
Enfadado, lo
había retirado de allí y aunque debía tomar la posición de hermano comprensivo,
ambos se habían gritado y armado una gran disputa, que terminó con un LuHan muy
malhumorado y sin ánimos de absolutamente nada.
Cuando su madre le pidió que hiciese un par de compras
para la cena, LuHan salió casi agradecido de alejarse de la tensión hogareña. No
obstante, su alivio se terminó en cuanto el cielo se nubló y la lluvia empezó a
empaparlo, por lo que apuró su recorrido. Hizo los mandados y aplastó la bolsa
contra su pecho, para que a ésta no le llegara el agua.
Estaba llegando a la esquina cuando un auto pasó
demasiado cerca de la acera y barrió un charco de agua que le dio de golpe en
todas sus extremidades. A punto de proferir insultos se refugió bajo una
tienda, sintiendo cómo los ojos le ardían de la rabia y cómo un malestar se
extendía por su pecho. Se agachó, dejando caer los hombros y la cabeza, incapaz
de animarse a sí mismo. Los últimos ciudadanos caminaban apurados y sin
dirigirle la mirada.
De pronto sintió que las gotas que se escurrían en su
cabello cesaban, y que una voz preocupada le hablaba:
—Oye, ¿estás bien? —Un chico que lucía menor que él lo
miraba tendiéndole un paraguas.
LuHan lo miró a los ojos y juró que el sol se asomaba
entre las nubes. O quizá lo confundía con la calidez interior.
Ese día conoció a MinSeok y ya nada volvió a ser lo
mismo.
Julio,
2015.
Resultó ser que MinSeok y él tenían más de una cosa en
común. En realidad muchas, demasiadas cosas, y LuHan se encontró a sí mismo
cuestionándose si no se había topado con su alma gemela.
Como a ambos le gustaban casi todo lo mismo, a partir del
primer encuentro hubieron muchos más, donde no había forma de que pasaran
aburrimiento. Jugaban fútbol, tomaban café, tenían disputas literarias (LuHan
amaba escribir y MinSeok a los libros), iban a los karaokes, hacían deportes
extremos, salían a montar bicicletas e incluso salían a bailar.
LuHan no recordaba otra temporada que fuese tan buena o
que su humor fuese tan alto.
Para él, MinSeok era el amigo que siempre había
deseado pero nunca había tenido.
Calmado, buen oyente y amistoso, MinSeok
representaba al compañero de alma que él necesitaba.
El día que MinSeok se marchó, algo dentro de LuHan se
quebró con demasiada facilidad, sin arreglo.
8 Enero,
2021.
—Así que hoy tampoco vendrás —murmuró al aire, sonriendo
aunque su mirada era melancólica—. Bueno, espero que estés bien.
Pidió la cuenta a HyoSoo y después de pagarla y dejarle una
propina a la joven, salió suspirando hacia su departamento.
19
de agosto, 2015.
—¡¿Es en serio?! ¡Increíble! ¿Por qué no me la has
mostrado todavía?
LuHan y MinSeok estaban en la habitación del mayor,
recostados en la cama y platicando cosas sin sentidos.
—Porque la empecé a escribir ayer. —Rió LuHan—. Pero
prometo mostrártela cuando haya avanzado un poco. Necesito tu opinión para
seguirla.
—La tendrás —afirmó con emoción—. ¡No puedo creer que ya
estés escribiendo tu primera novela! Y ya era hora, por cierto.
El menor se dio la vuelta y lo abrazó reposando su cabeza
en el hombro de MinSeok. —Estoy feliz de que seas el primero en leerla.
—Y yo estoy muy orgulloso por ese hecho —le contestó
peinándole las hebras con los dedos—. ¿De qué se tratará?
—Ya vas a ver —dijo guiñándole el ojo—. Te llevarás una
agradable sorpresa.
—Ya no es tan sorpresa, idiota. Supongo que será algo de
nosotros dos.
—¡Ya! —gritó escandalizado y dejando de abrazarlo para
fruncir el ceño—. ¡¿Cómo lo supiste?!
—No eres bueno ocultándome cosas, eres como un libro
abierto—se burló MinSeok riendo con fuerza.
—Y tú no eres bueno conmigo —contraatacó abultando los
labios—. A veces pienso que no me quieres.
MinSeok puso los ojos en blanco y sin perder la expresión
divertida comenzó a hacerle cosquillas en el estómago.
—¡Jajaja! ¡Basta, basta! —logró decir el más alto entre
risas.
—Tú sabes que te quiero —susurró con dulzura pero
mirándolo con seriedad, intentando transmitirle su sinceridad.
—Lo sé MinSeok, lo sé. —LuHan le sonrió abiertamente y le
dio un sonoro beso en la mejilla.
10 de enero, 2021.
—Escuché que tu primera novela
fue todo un éxito —decía ChanYeol a través del teléfono—. ¿Best seller? ¡Quién hubiera dicho que tenías tanto talento! Jamás
me habías compartido tus escritos, traidor.
—No eran nada para presumir —se
excusó LuHan, negando con la cabeza por las cosas que decía su amigo.
—Bah, estás siendo modesto. Lo he
leído y me gustó mucho. Pasado mañana es la firma de autógrafo, ¿eh? Con
BaekHyun haremos lo posible para ir.
—No es necesario que lo hagan —se
apresuró a decir—. Sé que andan ocupados con el trabajo.
—Nada de eso, tenemos que ir. Por
nada del mundo nos perderemos la imagen del avergonzado LuHan frente a una
numerosa audiencia de veinteañeras.
—¡Llegas a volver a decir algo
así y juro que cortaré cualquier contacto contigo! —exclamó incapaz de contener
la risa.
—Te juro que haré el esfuerzo para no hacerlo —prometió
a través de la línea—. ¿Sabes? Algunas partes del libro me recordaron a MinSeok
y tú, ya sabes, la parte donde…
—ChanYeol. Necesito colgar ahora,
tengo un par de asuntos que atender. —De pronto su ánimo había decaído y sentía
la garganta seca, con un creciente dolor en el pecho.
—Oh… está bien —musitó un apenado
ChanYeol, consciente de había arruinado el momento—. Te veo luego. BaekHyun te
manda saludos.
—Mándale otros —respondió
esforzándose para que su voz sonase alegre.
Desde luego, la popularidad que
había logrado con la publicación de su novela era bastante difícil conseguir para
un autor que publica su primer libro. Asombrosamente a la cuarta semana de la
venta, fue necesario mandar a hacer una segunda edición, y se rumoreaba que
también lo pedían en países extranjeros. Era algo para estar exuberantemente
feliz, pero LuHan no lograba encontrar la felicidad del todo. Porque le
recordaba a MinSeok, con sus ojos atentos que leían un nuevo fragmento de su
historia, con sus opiniones y consejos, siendo sincero pero cuidadoso en primer
lugar. Y era masoquista por querer compartir ese escrito con todo el público,
pero el asunto era el siguiente.
Había pasado tantos años, tanto
tiempo sin sentir a MinSeok que aquel libro era la única prueba de que MinSeok
alguna vez había existido, que lo había estrechado contra sí y que lo había
besado hasta la saciedad. LuHan tenía miedo de empezar a olvidar los rasgos
faciales de su rostro, o a su preciosa sonrisa, pero tenía más miedo de no
recordar siquiera las acciones de MinSeok que lo habían transformado a él y que
lo habían hecho caer profundamente, enamorarse.
Exhausto se dejó descansar contra
el mullido sofá de su habitación y se permitió cerrar los ojos por unos largos minutos.
2 de septiembre, 2016.
Aquél día habían acordado
encontrarse en una pequeña cafetería llamada Barnone’s coffee.
MinSeok había
sido quien había sugerido la idea, alegando que el café que hacían allí era
delicioso. De modo que a las seis en punto LuHan ya estaba sentado frente al
ventanal, sonriendo a cualquier persona que pasara a su lado.
Pero dieron las seis y media y
MinSeok no llegó.
Ni a las siete.
Ni a las ocho.
Ni a las nueve.
Preocupado hasta la muerte, LuHan
había llamado numerosas veces a su novio y éste no le había contestado ninguna.
Fue a buscarlo a su trabajo, suponiendo que quizá había sufrido un percance
allí y para su completa estupefacción le avisaron que MinSeok había renunciado.
Estuvo aún más horrorizado cuando comprobó que sus sospechas eran ciertas,
MinSeok no estaba en su casa, donde vivía solo. La vecina, una mujer mayor le
comunicó que en medio de la tarde se había marchado con sus valijas sin ofrecer
explicaciones a alguien del vecindario.
Cuando llegó a su propio hogar,
desgastado, se permitió derramar todas las lágrimas que llevaba conteniendo
hasta ahora, sintiéndose más roto que nunca.
12 de enero, 2021.
—Oppa, me he enamorado del
personaje de JongDae. ¡Quiero un romance como el de ellos dos! —chillaba
emocionada una estudiante con su uniforme escolar.
Divertido, LuHan contestaba
mientras firmaba la primera página del libro. —Muchas gracias, me alegra que te
haya gustado. ¿A quién dedico el libro?
—Lee MinSun —respondió la
muchacha, sin dejar de saltar ni aplaudir.
—Aquí tienes, realmente gracias
por venir —farfulló mirándola con alegría, provocando que ella se volviera más
loca.
—El siguiente —habló el guardia
de seguridad que estaba detrás de él.
—Hola —saludó LuHan tomando el
libro que la persona le tendía—. ¿A quién dedico el libro?
—A Kim MinSeok, por favor.
El chino se quedó helado, incapaz
de respirar o reaccionar. Lentamente levantó la mirada para encontrarse con
MinSeok, su MinSeok. O el que alguna vez fue suyo.
—Min…Seok —murmuró con la
respiración entrecortada.
—Tiempo sin verte —dijo él, con
una tímida y nerviosa sonrisa. El paso de los años no lo había afectado, pero
lucía más delgado y cansado que nunca. Como si estuviese soportando una gran
carga de la que no se podía deshacer.
Viendo que LuHan seguía absorto
con su aparición y no tenía intenciones de hablar, lo hizo él. —No tengo mucho
tiempo. —Movió la cabeza hacia su derecha, señalando la fila que estaba a un
par de metros de su espalda—. Pero me gustaría decirte que me hiciste sentir
muy orgulloso con tu libro. Me enorgullezco de que lo hayas publicado, y de que hayas cumplido tu sueño, realmente te lo mer…
LuHan lo interrumpió. —No… —Se
paró del asiento y le tomó firmemente las manos—. No hables así. Kim MinSeok,
te prohíbo irte de aquí. Juro que si vuelvo a perderte de mi punto de vista no
podré soportarlo. No me vuelvas a hacer algo así.
—Lu-ge —musitó MinSeok, con la
voz quebrada. Sentía todas las miradas curiosas clavadas en su espalda, pero no
le importó—. Lo que pasó aquella vez es una larga historia, pero…
—No me importa —LuHan lo volvió a
interrumpir, acariciándole la mejilla y sonriéndole por primera vez—. Más tarde
me contarás todo. Pero ahora, por favor, no te vayas. No vuelvas a hacerlo.
—No, baobei. Te prometo que no me iré a ninguna parte sin ti —dijo, con
las lágrimas por fin cayendo—. Y volveré a ser tu paraguas.
—Es mi turno de ser tu paraguas
—respondió con los labios temblorosos, con la sensación de volver a casa.
Porque a fin de cuentas, MinSeok
era su hogar, todo lo que se respiraba sobre él era hogar.
—Me urgen las ganas de besarte
—le comentó riendo y aligerando el ambiente. Los murmullos de la gente que
esperaba en la fila y del personal no cesaban, pero nadie podía escuchar la conversación que mantenían en voz baja.
—No deberías contenerlas, o seré yo mismo quien te bese aquí mismo.
****
Este fic está dedicado para... vos, obviamente. Sé que debería estar escribiendo los otros dos fics, pero no pude evitarlo TT_TT (prometo ponerme al día con los demás, en serio...) Llegué a casa y estuve como cinco horas escribiendo esto, contando las distracciones ^^ Son las cinco am, ¡muero de sueño!
Espero que te haya gustado, sabés de sobra que te quiero, y que gracias por ser mi paraguas, tía ^_^
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