Primer encuentro:
El primer encuentro sucede
en el metro.
Choi MinHo está exhausto,
recién salido del trabajo, lo único que quiere es llegar a casa y echarse en la
cama. Antes, cómo no, enterarse los resultados finales de los partidos de
fútbol de aquél día.
Se deja apaciguar en un
asiento libre junto a la ventana, suspirando con cansancio y sacando el celular
de su bolso para contestar los mensajes de su mejor amigo. El metro hace varias
paradas, el lugar se llena rápidamente de gente y no falta mucho cuando una
anciana se queda sin lugar. Al instante MinHo se pone de pie y le cede su
asiento.
Un par de paradas más, más
gente entrando y saliendo, el chico alto tiene que sostenerse del barandal con
considerable fuerza si es que no quiere ser derribado. Alguien se desplaza a su
lado, sujetándose del mismo lugar que MinHo. Mira a su costado y la visión lo
deja sin respiración.
Se trata de un chico que
aparenta su edad, quizá un poco menos. Las hebras castañas sobre sus cejas no
hacen más que darle apariencia adorable, poseía unos castaños ojos cubiertos de
largas pestañas, incluso sus labios abultados parecían lindos.
MinHo lo sobrepasaba en
altura por varios centímetros, por lo que se encontró agachando la mirada para
encontrarle los ojos discretamente. Sin embargo, el otro, era evidentemente
ajeno a la situación, con la mirada perdida en algún punto lejano e
inexistente.
TaeMin, enfrascado en su
propio mundo, es incapaz de notar aquellos dos ojos negros observándolo con
tanta intensidad mientras sale del metro rumbo a la clase de baile.
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Segundo
encuentro:
En el siguiente cruce ambos son conscientes de la
presencia del otro, pero no precisamente de una forma romántica.
Lee TaeMin, después de haber estado ahorrando por tanto
tiempo, corriendo a su trabajo de medio tiempo en un supermercado luego de sus
clases de baile, logra reunir suficiente dinero para comprar ese CD que está
desde un buen tiempo en su punto de mira.
Se trata del más reciente disco de Standing EGG. Él lo necesita en ese mismísimo instante, porque
vamos, ¡es Standing EGG! Si necesitas
saber algo importante sobre TaeMin, es que ama el k-indie. Ha asistido a cada
concierto, a cada firma de autógrafos meticulosamente, como un fiel seguidor
del grupo. La idea de que por fin va a tener ese adorado CD en sus manos le
hace retorcer las entrañas.
Llega a una pequeña disquería posicionada en un
tranquilo rincón de Cheongdamdong (hay que tener en cuenta que la paz en
Cheongdamdong es muy difícil de encontrar con el ajetreo habitual del distrito),
saluda al dependiente con una reverencia y se encamina a la zona marcada con un
cartel en alto que reza “indie”. En el local suena una canción muy popular
durante aquellos días, si mal no recuerda se titula Shadow. Desconoce el grupo, porque TaeMin no es un gran fanático
del pop tan reconocido de su país.
Ve varios grupos que él conoce en aquella pequeña zona
como Ibadi, Big Phony, Linus’ Blanket, Loveholic, Taru, Adult Child, Morrie, Urban
Zakapa, Epitone Project… TaeMin se promete a sí mismo que cuando junte un
poco más de dinero comprará muchos más y formará una gran colección, pero su
objetivo principal en ese entonces era el de Standing EGG.
Lo localiza a dos metros de distancia, los ojos del chico
brillan y sonríe inconscientemente. Camina apresurado, ¡al fin será suyo! Estira
la mano, que parece a punto de sudar y entonces… ¿Se queda en el aire?
TaeMin, boquiabierto, observa que alguien más ha tomado
el CD un segundo antes que él. Cuando vuelve a echar un vistazo a donde se
supone que habría más de aquellos álbumes, descubre que el CD que acaba de ser
tomado era el último que quedaba.
Inédito mira hacia arriba para encontrarse con la mirada
oscura de un muchacho joven y alto. Éste lo miraba altivo, satisfecho de haber
conseguido el disco antes que él.
De ninguna forma TaeMin se va a dejar vencer tan rápido,
ha trabajado muchísimo para conseguir ese CD y aquél hombre no le iba arruinar
los planes.
—Disculpa, ¿podrías dármelo? —pregunta intentando no
perder la cordura.
—No —contesta a secas, aparentemente muy divertido con
la situación.
—¡Dame eso! ¡Yo lo vi primero! —Bien, quizá esa no era
la forma más madura de enfrentar las cosas. Pero peleará con garras y uñas si
es necesario para ganarle a ese mequetrefe.
El mayor se encoge de hombros.—Yo lo agarré primero
—sostiene, y parece a punto de sacar la lengua infantilmente.
TaeMin deposita el peso de su cuerpo en una pierna y reúne
paciencia, aunque eso justamente no es su virtud. —¿Qué quieres a cambio?
—Nada —responde negando con la cabeza—. Lo único que
quiero es éste CD, lo lamento mucho.
El menor se siente capaz de hacer una gran rabieta y
patalear como en uno de esos dramas que observaba su madre diariamente.
—Por favor —suplica—. Lo que quieras —añade a punto de
arrodillarse para rogar.
La mirada que tornan sus ojos junto al puchero que sus
labios forman, hacen que MinHo se cuestione seriamente si dejarle el CD. Está a
punto de responder que buscase en otra disquería cuando cambia repentinamente
de planes.
—Sal conmigo —propone naturalmente.
—¿Qué…? —dijo
con los ojos abiertos de par en par.
—Sí, una cita —aclara—. Sal conmigo el sábado y te
dejaré el CD.—De todas formas no necesitaba tanto ese álbum. Es sólo que
planeaba regárselo de cumpleaños a su pequeña hermana, pero puede buscarle otro
presente.
TaeMin sabía que esa era la disquería más cercana a su
hogar, y que no podía tomarse el tiempo para buscar otra disquería lejana, con
su madre enfermiza y su padre trabajando casi once horas por día. Sumando a las
clases de baile, él definitivamente no tiene tiempo que perder. Se promete que
sólo se distraerá con el chico dos o tres horas, después de salir del trabajo,
y volverá temprano a casa para preparar la sopa a su madre.
—Bien. —Suspira sabiendo de sobra que no tenía otra
opción—. ¿Cómo te llamas?
—Choi MinHo —dice sonriente—. ¿Y tú?
—Lee TaeMin —contesta a cuestas, todavía conmocionado
por el incidente tan impredecible—. Te veo el sábado a las cuatro entonces.
¿Conoces el café Tous Les Jours?
—Claro —concluye la conversación.
Ambos se despiden con una incómoda reverencia. TaeMin se
marcha preguntándose si el tal MinHo le haría arrepentirse de haber aceptado su
petición.
MinHo se marcha preguntándose qué tan bonita será la
sonrisa de TaeMin.
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Tercer
encuentro:
El sábado llega sin apuros, un día frío de enero donde
la nieve había caído durante toda la madrugada.
TaeMin sale de su trabajo casi corriendo, poniéndose en
medio del camino la bufanda roja que su madre tejió para él. Se coloca los
guantes negros y los auriculares que jamás le faltaban. Se cuestiona si no está
siendo muy idiota en ir a juntarse con un completo desconocido. Pero decide, al
final, que no van estar solos del todo en la cafetería, por lo que el mayor no
podría intentar nada raro. De lo contrario, estaba la chance de darle una
patada en la entrepierna y salir huyendo.
Cuando entra a la cafetería encuentra a MinHo al fondo
del local en una mesa no muy iluminada, mirando con concentración por la
ventana. Se levanta al ver llegar al menor y le sonríe, TaeMin le contesta con
un asentimiento de cabeza.
—¿Qué te gustaría tomar?
—Un café está bien para mí —le responde. Está por sacar
la billetera cuando MinHo le rechaza con la mano agregando un “no es necesario”.
Aguarda sentado y jugando con el dobladillo de una
servilleta, incapaz de quedarse inmóvil. MinHo llega con dos café idénticos de
los cuales le da uno al menor.
Al principio es incómodo, es MinHo quien tiene que sacar
los temas de conversación, pero apenas pasa media hora cuando TaeMin se siente
a sus anchas y termina hablando y bromeando con el mayor y cada tanto ríe a
carcajada suelta. MinHo está maravillado por ese hecho, y a ratos se queda
embelesado mirando al más bajo divagar sobre anécdotas en baile o en el
trabajo.
Ambos coinciden, sorprendentemente, en que comparten
muchas cosas en común. Y es aún más sorprendente que los dos están apenados a
la hora de despedirse. Se saludan esta vez con un apretón de manos y con una
promesa de volver a encontrarse, pero antes, por supuesto, dejan registrados
sus números para hablar más seguido.
Cuando TaeMin llega a su hogar descubre que no ha
pensado ni en un solo segundo acerca del CD de Standing EGG. Pero no se enfada, en lugar de eso, sonríe. Sabe que
tiene una nueva excusa para encontrarse con Choi MinHo.
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Cuarto
encuentro:
El cuarto encuentro
consiste en un paseo por el centro comercial, deteniéndose en los puestos
callejeros a comer comida picante y deliciosa.
Ambos sacan fotos
divertidas y hablan animadamente, MinHo le cuenta que estudia psicología en la
universidad y que en sus tiempos libres juega soccer con amigos o su padre. TaeMin
escucha atentamente a cada uno de los detalles, haciendo nota mental de todos,
como si jamás quisiese olvidarlos.
Al final del día TaeMin memoriza la encantadora sonrisa
del mayor, su voz masculina y profunda, la manera en la que sus ojos se
entrecierran cuando ríe fuertemente y la gentileza que se marca en cada pequeño
gesto.
MinHo, por otro lado, es capaz de dibujar en su memoria
la forma en la que el castaño cubre su boca al reír, a los pómulos se estiran
con gracia, la forma de mover los labios cuando está pensativo y en lo adorable
que es incluso cada pequeño parpadeo. Siente unas irrevocables ganas de
protegerlo entre sus brazos.
Ésta vez sí recuerdan el CD, MinHo se lo da con una
sutil sonrisa. TaeMin, temeroso de que eso signifique no volver a verse jamás
está a punto de abrir la boca, pero para su enorme alivio el pelinegro habla.
—No te preocupes, nos volveremos a ver. Quiero conocerte
mucho más.
Y el sentimiento es mutuo.
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Quinto
encuentro:
La quinta junta sucede en el banco de una plaza, TaeMin
y MinHo se sientan alegres de encontrar tranquilidad en la ciudad de Seúl. Es una
zona en la que casi no pasan los autos, sólo se oyen las risas de los niños y
las charlas de las madres. Los dos sienten que los temas de conversaciones son
interminables, siempre tienen algo nuevo que contar y una nueva experiencia que
los hace desternillar como si no hubiera mañana. También sienten un retorcijón
en el estómago que definitivamente no se relaciona con el hambre.
En un momento TaeMin, entre risas, hace recordar el
primer encuentro, pero se queda absolutamente sorprendido cuando MinHo le
señala que en realidad, el primer encuentro se había realizado en el metro.
—¿De verdad? —le pregunta sin salir de su asombro—. ¿Y
cuál fue tu primera impresión sobre mí?
MinHo sonríe de lado. —La primera fue que eras muy
distraído. —TaeMin asiente
solemnemente, de acuerdo con la afirmación—. La segunda
es que eras muy tierno.
—Yo… ¿te parezco tierno? —vuelve a preguntar sin saber
cómo reaccionar.
—Bastante —opina MinHo consciente el pequeño sonrojo del
menor.
De pronto TaeMin siente la terrible necesidad de cambiar
de tema.
Aquella noche, mientras releía los mensajes que
intercambiaba con su ya gran amigo, comprendió que se había enamorado
profundamente de MinHo.
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Sexto
encuentro:
El sexto encuentro se trató sobre una salida al cine, a
pesar de que los dos preferían el aire libre, aquél día era demasiado helado
para intentar algo así. Era una comedia romántica, tipo de película que ambos
odiaban, pero TaeMin a mitad de película se sorprendió a sí mismo riendo con
las idioteces de los dos enamorados.
MinHo, por otro lado encontraba la película ideal para
quedarse dormido, y la visión de
TaeMin riendo a lágrima suelta era mucho más
interesante y preciosa que la pantalla.
Predeciblemente el menor no notó
ninguna de las miradas, pero cuando sus manos se encontraron en la bolsa del
pochoclo se avergonzó bajando la mirada, mientras MinHo reía por primera vez en
la tarde.
Ese día se trató de una afirmación más a la teoría de
estar enamorados.
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Séptimo
encuentro:
A la mañana siguiente, MinHo recibe un mensaje de texto
de TaeMin preguntando si quería pasar por él en la academia de baile para luego
ir a tomar algo. Afortunadamente era feriado, y todavía tenía tiempo para sentarse
a estudiar por los exámenes de la universidad.
Tomó una chaqueta y una botella de agua, recordando que su
amigo solía olvidar llevarlas en sus prácticas. En menos de veinte minutos se
encontraba en la academia, donde TaeMin lo esperaba, pero no solo.
A su lado había un chico más alto que él de hombros
anchos. Tenía la piel un poco morena y una sonrisa brillante. TaeMin le decía
algo que hacía que el otro estuviese a punto de doblarse por la risa, y en
apenas una milésima de segundo, MinHo ya se encontraba irremediablemente
molesto. Mientras caminaba hacia los dos chicos, se dio cuenta de que jamás se
le había ocurrido preguntarle si tenía pareja. Se reprendió mentalmente por
eso.
—Hola —saludó para llamarles la atención. No pretendía
sonar enfurruñado, pero ya era demasiado tarde.
TaeMin volteó hacia él con una gran sonrisa. —¡Hola
MinHo! JongIn, él es MinHo, del que te hablé. MinHo, él es JongIn, mi amigo de
la academia —los presentó, esperando alguna interacción entre ambos.
JongIn reaccionó primero, sonriéndole y ofreciéndole la
mano, que MinHo estrechó rápidamente con la desconfianza rondando por su cara. Antes de que pudieran decir algo TaeMin se despidió de su amigo y tomando
a MinHo del brazo empezaron a caminar sin rumbo alguno.
El menor, por alguna razón se sentía verdaderamente
incómodo. No entendía el por qué, pero en cada ocasión que se habían visto,
MinHo era el primero en empezar a hablar y en contagiarle las ganas que tenía
para hacerlo. Era la primera vez que lo veía callado y su instinto le decía que
intentara a toda costa tranquilizar a su amigo, a pesar de que no sabía el
motivo.
Intentó haciéndole preguntas sobre cómo había estado su día, pero recibía respuestas secas o monólogos. Ya cansado de toda la
situación lo interrogó yendo al grano.
—¿Qué te pasa? ¿Estás enojado conmigo?
—¿Sales con JongIn? —contestó MinHo con otra pregunta
sin mirarlo a los ojos.
TaeMin detuvo su caminar. ¿MinHo estaba celoso? ¿De
JongIn? ¿De Kim JongIn, el chico que conocía desde que estaba en pañales? La
simple idea hizo que comenzara a reírse como un desquiciado.
—¡Estás bromeando! —consiguió decir entre carcajadas.
El más alto lo miró con el ceño fruncido, que se fue
suavizando al ver la sonrisa de TaeMin. Jamás lograría estar tanto tiempo
enojado con él.
—No estoy bromeando —aclaró, ya calmado—. Quiero saber el
tipo de relación que tienen ustedes dos. Se veían muy cercanos, y quiero saber si
eso interrumpe mis planes.
El más joven hizo una mueca de confusión. —¿Planes? ¿Qué
quieres decir?
—Me gustas —dijo con una naturalidad impropia de una
confesión—. Necesito saber si él es un obstáculo para mí.
Las palabras tenían una fuerza mucho más poderosa de lo
que había sonado para TaeMin, quien con la boca muy abierta buscaba la mirada
del mayor para corroborar que estuviese siendo sincero.
—Yo… ¿te gusto? —murmuró sin aliento.
—Sí. Desde la primera vez que te vi —contestó sin rastro
de pena en su voz—, pensé que ya lo sabías.
TaeMin bajó la cabeza y rio suavemente, repentinamente
aliviado. Cuando alzó los ojos para mirar a los de MinHo brillaban con
insistencia.
—Te llamas Choi MinHo, tienes 23 años y eres un
estudiante de Psicología en la universidad —empezó hablando, tomándole de la
mano al más alto quien lo miraba sin entender a dónde quería llegar con todo
eso—. En tu tiempo libre te gusta jugar fútbol, de hecho tu sueño frustrado era
ser jugador —continuó, ignorando la mirada confusa del otro—. Tienes un gusto
particular por la música rap, hip hop y R&B. Eres amante de la fotografía y
te gusta viajar, ganar experiencia y conocer gente de distintos países, también
para ver soccer de Europa. —MinHo parecía a punto de hablar, no obstante TaeMin
no le dejó—. Eres muy competidor, perspicaz e inteligente, sin embargo, no lo
suficiente para darte cuenta que estoy perdidamente enamorado de ti —finalizó,
ante la mirada incrédula del mayor.
Al ver que no le daba una respuesta agregó:—Y si no me
besas en este mismísimo instante yo voy a…
En un abrir y cerrar de ojos MinHo lo sostenía
firmemente de la cintura, en un pequeño instante MinHo chocaba sus labios con
el chico, en un segundo TaeMin le correspondía, en un parpadeo ambos habían
perdido la razón y quizá sus propios nombres.
Hay varias maneras de formar un amor, un noviazgo o un
solo corazón. Estos siete encuentros son una de ellas.
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Y fin (?) Por supuesto, esta historia va para vos, Belén. Tengo demasiadas cosas por agradecerte, pero gracias por no dejarme caer jamás. Las dos sabemos por todo lo que pasamos y por todo lo que vamos a pasar. También gracias por estos casi ocho años de amistad, no sé qué estaría haciendo ahora mismo si no te hubiese conocido. Te adoro, y con eso me quedo corta, mejor amiga ♥
sfdugsfgsdyfhnsdfmuhudsghuGHFGYUSDMGFUSDHGDUFGNUFDMHGDHFGFDJG ME ENCANTA PENDEJA♥ GRACIIAS A VOS POR TODOO, TODO TODOO Y POR ESTE HERMOSO FIC :333 también te adoroo amiga ^^ 8 años de diversión, con todas las boludeces que hablamos pero que siempre encontramos algún tema boludo para no quedarnos calladas :3 siempre siempre -llora a lo Tao en la casa del terror-
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