SeHun era un amante de la Navidad. O quizás lo era en el
pasado.
Años atrás, hubiera acompañado a su madre a hacer las
compras, revoloteando de un lado a otro y con un constante hormigueo en su
estómago, que era intensificado en cuanto pensaba en la comida que habría
aquella noche y en los regalos que abriría cuando el reloj marcara las 12 am.
Observaría a su abuela hacer deliciosos bocadillos y jugaría
con sus primos, demostrando que aún en el invierno era posible que sudaran. Cantarían
juntos las canciones navideñas más conocidas y mirarían cada tanto a la
ventana, para comprobar si veían a Santa Claus.
Ésta Navidad, sin embargo, era diferente. Probablemente porque
ya era mayor, con sus diecinueve años bien cumplidos y gran parte de su ilusión
infantil había desaparecido. Incluso en cada pequeño rasgo facial se apreciaba
madurez, en cada gesto y cada acción.
Para Oh SeHun, lo más importante que debía hacer, el
pensamiento que debía tener en cuenta antes de actuar, era mantener una
compostura. El pasar de los años había
creado esa nueva ideología, por lo que no se permitía demostrar muchas
emociones.
Fue por eso que cuando salió a la calle, en medio de la
temible nieve gracias a un mandato de su madre, tuvo que hacer todo uso de su
autocontrol para no sonrojarse como niña. En el banco de la plaza frente a su
casa, estaba el chico más atractivo de su anterior secundaria, que
afortunadamente había finalizado con éxito. El cabello negro estaba decorado de
copos blancos, sus gruesos labios dejaban escapar un pequeño humo, sus ojos profundos
descansaban en un árbol, vestía un pulover de lana azul y una campera negra. Tenía
muy poca ropa considerando el actual clima, y SeHun se preguntó si sería de muy
mala educación abrazarlo para asegurarse de que no se estuviera enfriando demasiado.
El supermercado quedaba a la vuelta de la plaza, por lo que
era inevitable no cruzarse en su camino. Aun así, el rubio pidió por todos los
santos en los que no creía, que el moreno no fuese capaz de reconocerlo.
—No, no, no, no, que no me vea por favor, que no me vea
—murmuró entre dientes.
—¿SeHun? —preguntó curiosa la voz de JongIn.
“Mierda” pensó el más bajo mientras torpemente se volvía
sobre sus pies.
—¿S-sí?
—¡SeHun! ¡Cuánto tiempo! No has cambiado nada, ¿eh? —dijo
con una sonrisa de oreja a oreja, que sólo logró que el corazón de SeHun se
acelerara más, si es que era posible.
“Bueno, no. Han pasado solamente tres meses de la graduación,
¿dónde hubiera cambiado?” pensó nuevamente el menor. Pero luego opinó que ser
sarcástico sería una mala idea, de modo que cambió su respuesta.
—Tú tampoco cambiaste. ¿Cómo te está yendo con la academia?
—Muy bien, de verdad. ¡Ya tengo más de veinte alumnos!
Aunque TaeMin hyung dice que no es una casualidad que la mayoría sean mujeres.
“Por supuesto que no” bufó SeHun para sus adentros, pero se
limitó a reír brevemente.
—Es fantástico escuchar eso. Todo el mundo sabía lo mucho
que deseabas abrir una academia de baile.
—Gracias —contestó dulcemente con los ojos brillando—. ¿Y qué hay de ti? Sé que estabas indeciso con
tu carrera.
—Bueno… —dudó—. Estoy estudiando fotografía, pero para
costearme los estudios estoy trabajando a medio tiempo en un café.
JongIn sonrió—. Eso es genial. Que tengas mucha suerte
entonces.
—Gracias —murmuró tímidamente.
Dicho esto surgieron unos segundos de silencio incómodo, en
los que SeHun se planteó romperlo para declarar su marcha. Pero no tuvo
oportunidad, porque JongIn habló con un aire nostálgico.
—En realidad estás tan… cambiado.
Las cejas del otro se arquearon—. ¿Cómo?
—Cuando te conocí, en el primer año de secundaria eras muy
alegre y sonriente. Luego empezaste a ponerte más serio, y no sonreías a
menudo. Ahora simplemente pareciera que no sonrieras.
SeHun quiso chillar, porque el chico que por años le había
gustado lo había observado en más de una ocasión. Pero se encontraba confuso
con semejante declaración, y carraspeó para aclararse la voz:
—Supongo que… Es el paso del tiempo, ¿no? Todo el mundo
cambia.
—Por supuesto —habló atropelladamente el moreno—. Pero
aunque sé que no nos conocíamos tanto y ni siquiera hablábamos a menudo… Por
alguna razón es doloroso verte a los ojos. Es como si te contuvieras demasiado,
sin revelar tus verdaderos sentimientos.
Bajando la mirada al suelo, avergonzado, jugó con una
pequeña piedra como si fuera lo más interesante del mundo—. ¿Me observabas
mucho? —susurró casi para sí mismo. Sin embargo el moreno lo escuchó e incluso
le contestó.
—Más de lo necesario —canturreó suavemente.
—Y… ¿por qué? —preguntó mirándole a los ojos, con la timidez
desvaneciéndose poco a poco.
—Porque tenías la sonrisa más bonita que había visto en mi
vida —declaró—. Y me gustaría verla una y otra vez. ¿Me dejarías hacerte
sonreír?
SeHun asintió, sabiendo que la pregunta tenía más de un
sentido, sabiendo que su respuesta tenía varios significados.
“Dame una razón para vivir”.
Y mientras cerraba los ojos para sentir los labios del más
alto, pensó que quizá, sólo quizá, ésta Navidad no sería tan aburrida como las
demás.
Quiero que sepas que sos la cosa más tierna del mundo... Me escribiste un sekai!!!!
ResponderEliminarFhkskdjdksnsjsksnsdbis
Tan lindo :3
Gracias!!!!! Te quiero!!!
... Aunque, ahora que lo pienso, no es SeHun más alto??
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