Título: Into Your World
Autora: Caroline
Pareja: XiuHan
Género: Angst
Advertencias: Uso de drogas, alcohol y cigarros de los personajes
Descripción: "Soy el ángel que los viene a salvar de su indiferencia"
Notas de la Autora: Es to es algo así como un "reto" que propusimos las dos autoras del blog. Un oneshot basado en la canción "Angel". Pronto estará subiendo ella su versión. ¡Espero que les guste!
Autora: Caroline
Pareja: XiuHan
Género: Angst
Advertencias: Uso de drogas, alcohol y cigarros de los personajes
Descripción: "Soy el ángel que los viene a salvar de su indiferencia"
Notas de la Autora: Es to es algo así como un "reto" que propusimos las dos autoras del blog. Un oneshot basado en la canción "Angel". Pronto estará subiendo ella su versión. ¡Espero que les guste!
Abrí
los ojos, lentamente. El brillo del sol me lastimó, por lo que tuve que volver
a cerrarlos.
Una
sombra me hizo relajar los parpados, agradecido abrí los ojos nuevamente. Una
pequeña niña estaba parada frente a mí, tapando el sol que me había molestado.
Le sonreí, y por alguna razón salió corriendo, dejándome desconcertado. Me
senté, pasando los dedos por mis parpados, para relajarlos. A los pocos
minutos, la niña volvió, de la mano traía a un adolescente, que me observaba
desconfiado.
Me
levanté con lentitud, dándome cuenta que aquel muchacho debía de tener mi edad.
-
Baozi – le dije con mi acento chino. Frunció el ceño e infló los mofletes.
¿Cuántos años tendría? -. Soy LuHan – me presenté, ahora en coreano,
tendiéndole mi mano.
-
Soy JiHyo – se presentó la niña con timidez, y medio escondida detrás del
chico. Le sonreí y me puse a tu altura. Extendí mi mano para tomar la suya,
pero algo me la apartó.
-
No deberías estar aquí – murmuró. Me enderecé y observé alrededor con
curiosidad. Un parque enorme, el pasto cortado perfecto, grandes rosales
blancos y una gran piscina en forma de círculo, atrás de todo ello, una enorme
casa de color blanco. Con que esta vez terminé aquí. Ya iba a agarrar a ese… -.
¿Cómo entraste aquí? – el chico interrumpió mis pensamientos. Palpé mis
bolsillos en busca de algo que me pudiese ayudar… maldito malcriado, se había
llevado mis cigarros, fruncí el ceño al tocar una pequeña tarjeta -. ¿Me estás
escuchando? ¿Qué estás haciendo aquí?
-
Sí, sí. Te escuché, solo estoy buscando tu respuesta – observé el pequeño papel
entre mis dedos. “Siento lo de anoche,
nos estaban persiguiendo. Era difícil arrastrar tu cuerpo. Por cierto, gracias
por el dinero “¿DINERO? ¿ME HABÍA QUITADO MI DINERO? Arrugué la pequeña
tarjeta con los ojos cerrados -. Parece ser que ayer me jugaron una mala pasada
y me dejaron aquí. Pero no te preocupes, ya no volverás a verme – y con mi
mayor muestra de destreza trepé el paredón, corriendo hacia mi hogar, o lo que
quisiera llamar hogar.
---
-
¡Llegué! – grité al ingresar. Pero nadie contestó. Lancé la campera
completamente embarrada y con el humo pegado, al suelo, ya recogería alguna de
las criadas. Subí a mi habitación a tomar una ducha y me puse ropa limpia,
después de todo era domingo. Tomé una caja de cigarros de la reserva que se
encontraba dentro de mi armario y salí al balcón, que daba al patio trasero.
Encendí
el primero y aspiré con fuerza, llenando con aquél humo mis pulmones, para
luego exhalarlo por la nariz. Mi celular comenzó a sonar con insistencia, lo
dejé. Solo una persona podría llamarme, y no tenía ganas de hablar con ella.
Luego
del tercer cigarro volví adentro, encontrándome con el almuerzo sobre el
escritorio. Lo devoré en pocos segundos, dándome cuenta que no había cenado.
-
Hogar, dulce hogar – murmuré con amargura.
---
Lunes
Me
vestí con el patético uniforme escolar. Mi último primer día de clases. Acomodé
mi cabello teñido en el espejo y practiqué mi sonrisa. Con los años había
aprendido a ocultar mis sentimientos a pesar de todo. Lo que hace a uno más
fuerte, después de todo, es la experiencia… y vaya que yo tenía experiencia.
Cuando estuve satisfecho de mi aspecto subí al auto y conduje por las calles de
aquellos suburbios, hasta llegar al edificio. Estacioné a una cuadra y me apoyé
contra el capó, encendiendo un cigarro. Me dejé llevar por el sabor amargo en
mi boca, y la sensación de relajo cada vez que exhalaba aquel espeso humo gris.
-
Eh, amigo. ¿Cómo te fue ayer? – mis ojos se dirigieron hacia el cuerpo de aquel
chico. Tiré la colilla, y me acerqué a él, para tomarlo del cuello de la camisa
y acercarlo a mí -. No te enojes, fue solo un desliz. Aquellos chicos iban a
matarnos…
-
Y tu mejor idea fue tirarme a lo de uno de los vecinos – el chico sonrió
pícaramente. Suspiré con frustración -. Chen… ya te he dicho mil veces que
dejaras de pelear contra ellos.
-
Es que es divertido ver sus caras de enfado… además, esa chica – hizo un ademán
obsceno con sus manos.
-
Eres un maldito enfermo – dije sin pensarlo, volviendo a meterme en el auto.
-
No te vayas. No será primer día si no vamos los dos juntos – se metió en el
asiento del acompañante.
-
No… quieres que te lleven porque te quitaron el registro y ya no puedes
conducir aquí dentro – solté una risa, mientras él me miraba enfadado.
-
Todavía la tendría si esa policía hubiese aceptado mi número.
-
Tenía un anillo ¡Estaba casada! – exclamé, mientras encendía el coche.
-
Ya sabes lo que dicen de las mujeres casadas – me hizo señas con las cejas,
haciendo que riera de nuevo.
-
Seguro tenía más de 50.
-
No me pinches el globo – se cruzó de brazos, dándome a entender que le había
ganado.
Llegamos
a la institución, aparqué y bajamos. Muchos nos saludaron con la mano, otros
solo nos observaban, y por supuesto, estaban los que murmuraban mientras
pasábamos por su lado. Sin embargo, nada se comparó con las risas que
escuchamos al llegar a la puerta principal. Giré mi cuerpo, entendiendo el
porqué, me tensé, mi cuerpo no reaccionó. Tomé la mano de JongDae, que había
comenzado a burlarse de aquel pobre muchacho, a quien, luego de bajar de la
parte trasera de un auto, una mujer había bajado, también, besando su mejilla y
diciéndole que lo quería.
Me
metí dentro, y busqué con rapidez el salón que pertenecía al último curso,
después de todo, ese chico debía ir a segundo, o quizás tercero.
-
LuHan – me llamó con su patética pronunciación coreana -. Debemos molestar a
ese niño, es el nuevo, ¿no? – le miré con los ojos entrecerrados.
-
Fue su casa a la que me metiste, enano idiota – murmuré -. Si llega a
reconocerme me demandará. No tienes idea…
-
¡LUHAN! – unos brazos se pegaron desde mi espalda, para luego levantarme en el
aire y volver a colocarme en el suelo… rayos.
-
SeHun – saqué a relucir mi más brillante sonrisa, después de todo ese chico era
el hijo de uno de los empresarios más importantes de Corea, y necesitaba tener
una buena relación con él.
-
¿Dónde estuviste todo el verano? – preguntó con su inocencia de siempre -. Oh…
hola, JongDae hyung – saludó a mi amigo con cortesía, mientras este planeaba su
próxima movida, sin embargo, antes de que abriera su boca, lo empujé hacia
fuera, después de todo estaba un año más abajo que yo.
-
De viaje, pasé algunos días en casa… ya sabes – subí los hombros, restándole
importancia -. Has crecido bastante – dije al notar la diferencia del altura
que había entre ambos.
-
Sí… - pero no pudo seguir, puesto que la puerta comenzó a llenarse de mis
compañeros de clase, quienes comenzaron a empujarnos para buscar un buen
asiento atrás -. Mejor me voy. Dejé a Tao con JongIn… y ya sabes cómo son… -
asentí, para luego dirigirme al banco que daba a la ventana. Siempre me había
sentado solo, todos tenían cierto respeto hacia mí, además de que siempre
habíamos sido número impar y nunca me habían obligado. Dejé mi mochila en el
asiento vacío, y esperé al profesor.
-
Alumnos, soy el profesor Lee DongHae. Este año comenzaré a dar clases, así que
espero que se porten bien… - nos observó a todos infantilmente. ¿En serio ese
niño sería nuestro profesor? -. Saquen una hoja, necesito saber lo que
recuerdan del año pasado – comenzamos aquejarnos, ni siquiera sabíamos que es
lo que iba a enseñarnos. Pero un golpe en la puerta nos detuvo a todos. El
director entró, junto al chico de la entrada, el dueño de la casa en la que me
había despertado. Corrí mi mochila de la silla, y el chico se sentó en ella. Lo
observé de arriba abajo, notando que sus mejillas se colorearon al sentirme.
-
Todavía no he olvidado que me debes una explicación – murmuró, sorprendiéndome.
-
Yo nunca dije que te la iba a dar – me miró con ojos grandes y expresivos.
-
No sabes con quien te estás metiendo – suspiré y cerré los ojos.
-
¿Querías que dijera que me había emborrachado y drogado hasta perder la
conciencia y mi supuesto mejor amigo me tiró en tu patio, delante de la niña? –
bajó su vista apenado -. No dejes que tus padres te traigan más, y mucho menos
que tu madre te bese de esa forma delante de todos – le aconsejé, antes de
sacar la hoja que anteriormente había nombrado el profesor.
---
Miércoles
-
Nunca pensé que fueras gay – reí con fuerza, ante mi amigo. Ambos estábamos
sentados en el patio trasero del colegio, donde nadie iba, fumando. Me golpeó
las costillas.
-
No lo soy… es solo que ese niño te dan ganas de abrazarlo y apretarle las
mejillas – comenzó a mover sus manos enfrente, como si estuviese agarrando
algo. Reí con más fuerza.
-
Como digas – lancé la colilla del cigarro y me levanté, estirando los brazos y
las piernas.
-
Este viernes hay fiesta, ¿vienes? – sonreí con pesar.
-
Vienen mis padres, habrá una cena. Estás invitado – saqué la lengua, y coloqué
mis manos detrás de la cabeza.
-
No gracias, paso – tiró su colilla y se levantó -. ¿Has bajado la cantidad? –
miró asombrado mi caja de cigarros. Fruncí el ceño, y la miré. En el día solo
había fumado cuatro, cuando por lo general a ese horario ya casi terminaba la
caja de diez.
-
Al parecer – guardé la caja en el bolsillo -. Será mejor que volvamos.
Mientras
caminábamos hacia la puerta trasera, me choqué con algo que se movía rápido. El
niño nuevo. Se veía asustado y agitado, como si alguien lo persiguiera. Unos
chiflidos junto a voces se escucharon desde dentro del edificio. Tomé la mano
del nuevo y de JongDae y los llevé detrás de un árbol. Dejé a ambos allí y
salí, para enfrentarme con esos chicos.
-
LuHan – dijo uno, acercándose y chocando mi mano -. ¿Has visto al ñoño?
-
¿Hablas del nuevo? – asintió, negué. Los demás se estaban acercando a mí -. Vi
algo pasar hacia allá – señalé los arbustos que estaban en la esquina del
edificio, dando a entender que había dado la vuelta. Me agradecieron y
corrieron hacia allá. Volví al árbol en el que estaban JongDae y el nuevo.
-
Bien hecho – me felicitó mi amigo. Mi vista se dirigió al más bajo, quien
respiraba con dificultad y tenía las mejillas sonrojadas. Tomé su mano y lo
arrastré hacia dentro del edificio. Chen me seguía, con cautela.
-
Te dije que no dejaras que te traigan…
-
Es imposible, no podría venir sino – bajó la mirada, y yo me escondí en una
esquina del pasillo para cuidar que no nos viese nadie. Bajé la vista hacia él.
JongDae me miró y yo a él.
-
Si tuviese auto te traería – dijo, sorprendiendo tanto al nuevo como a mí,
seguimos avanzando -. MinSeok ah, ¿no te gustaría venir con nosotros? – me paré
en seco en medio del pasillo completamente vacío.
¿QUÉ?
---
Jueves
JongDae...
No tienes idea de cuánto te odio.
Y
ahí estaba yo, en la puerta de la mansión blanca en la que había despertado la
semana anterior, esperando al niño que me había descubierto. Luego debía ir a
buscar al idiota de mi amigo. Golpeé mi cabeza contra el volante varias veces,
antes de notar como golpeaban la ventanilla del auto. Sin mirar, destrabé las
puertas.
-
Ten cuidado, de no pisar los asientos… así, cuidado… mejor dame la mochila – un
pequeño gemidito de esfuerzo me hizo abrir los ojos y mirar hacia atrás.
-
Oh… no, no, no, no… - comencé a mover mis manos con rapidez -. No quiero niños
en mi auto – tanto la niña como el chico me miraron mal.
-
Debo llevarla a la escuela. Sino mis padres me llevaran consigo – pasé mis
manos por la cara, antes de indicarles que subieran.
-
Ni se te ocurra subir esos piecitos al asiento – murmuré, la niña asintió.
Sentí como cerraban la puerta de atrás.
-
Se veía más divertido la otra vez – escuché a la chiquilla hablar en voz baja a
su hermano. Aspiré, intentando tranquilizarme, y arranqué el motor.
A
los pocos segundos llegamos a la casa de JongDae, quien estaba esperándome en
la puerta, con un cigarro en la boca. Apenas me vio, tiró lo que le quedaba y
se acercó casi corriendo, para abrir la puerta.
-
Hola – saludó a los que se encontraban en el asiento de atrás -. Soy JongDae –
se presentó a la niña.
-
Soy JiHyo – dijo la niña con timidez. Llegamos al edificio de primaria, donde
frené, para que el nuevo dejase a su pequeña hermana, quien había hablado sin
parar con Chen. Me acaricié las sienes con los ojos cerrados.
-
Es agradable esa niña, ¿no te parece? – le miré mal, haciendo que soltase una
carcajada -. No es mi culpa que anoche hayas salido.
-
No salí, solo bebí un poco del bar de casa – tiré mi cabeza hacia atrás.
-
Te estás comportando extraño - ¿extraño? ¿yo? Eso sí era nuevo. Miré su rostro
con curiosidad -. Quiero decir. Jamás te habías preocupado por alguno de los
nuevos, me dijeron que estás compartiendo tu banco… por favor, nadie se te
puede acercar ni a medio metro, y ahora estás defendiendo de los bravucones a
ese ñoño.
-
Tú estás siempre a mí alrededor, SeHun se la pasa girando a mí alrededor…
-
No es lo mismo. SeHun es un niño mimado al que tienes que hacer sentir bien,
porque su familia es una de las mayores inversionistas de tu empresa… y yo,
bueno, yo soy demasiado cool como para que me ignores – hizo una señal de
victoria con los dedos, y yo le golpeé la nuca.
-
Solo quiero hacer mi buena obra antes de terminar aquí – me miró extrañado, y
sentimos la puerta de atrás abrirse nuevamente. Volví a conducir, y llegamos a
nuestro edificio. Bajamos del auto, con las mochilas, y nos dirigimos dentro.
Sentía
las miradas sobre nosotros. No les culpaba, nadie jamás hubiese pensado que yo
llevaría a alguien en mi auto. No hice verdadero caso a lo que murmuraban, me
dediqué a entrar en mi curso, delante del nuevo… me detuve en seco, sintiendo
un pequeño empujón. Me giré para verle a la cara.
-
¿Cuál es tu nombre? – frunció el ceño, pero respondió.
-
Kim MinSeok – me volví a dirigir hacia mi banco, seguido por él.
-
No pareces pertenecer a este tipo de vida.
-
Soy el ángel que los viene a salvar de su indiferencia – me volví hacia él,
sorprendido, ¿había dicho ángel? Pero entonces comenzó a reír.
-
Sí tu eres el ángel, entonces déjame decirte que haré que se corten tus alas –
su rostro se volvió serio.
---
Viernes
por la noche
Odiaba
las cenas. Decenas de personas ricas llegaban a mi casa para hablar sobre
política y economía, en saber quién tenía el mejor auto o quien volaba más
lejos de Corea. Metí un par de pastillas a mi bebida, para terminarlo todo de
un trago.
Caminé
entre las personas allí presentes, para sentarme en el sillón, cuando una
cabellera larga y oscura llamó mi atención. ¿No era esa la hermana de MinSeok?
La seguí con curiosidad hasta una de las puertas que llevaban al balcón
principal.
-
Dicen que la luna se llena porque está contenta – dije, al ver que sus ojos se
dirigían al cielo -, y las estrellas brillan porque los niños sonríen – ella me
miró. Tenía algunas lágrimas en los ojos. Me acerqué a ella con lentitud y me
agaché para quedar a su altura. Sequé sus lágrimas con cuidado.
-
Entonces diles que dejen de burlarse de mí – rompió en un llanto que me partió
el corazón. La abracé con ternura.
-
JiHyo – la llamé, me miró -. ¿Los ángeles existen?
-
Oppa dice que los ángeles ayudarán a cambiar el mundo – secó sus lágrimas y
separó su cuerpo del mío -. Oppa me dijo que LuHan es un ángel, pero que
todavía no lo sabe – levanté las cejas y mi boca se entreabrió -. Oppa dice que
si yo me comporto como una niña buena podré casarme con un ángel como LuHan.
-
JiHyo – escuchamos desde la entrada, MinSeok estaba observándonos -. Mamá te
está llamando – la niña se alejó corriendo, mientras que el chico se acercó a
mí. Parecía preocupado -. ¿Qué fue lo que te dijo?
-
Que se casaría conmigo – aún estaba asombrado, MinSeok rió por lo bajo -. ¿Por
qué soy un ángel?
-
Tú no eres el ángel. Yo soy el ángel – cruzó sus brazos.
-
Entonces…
-
Ella quiere crecer sana. Solo quiere ser feliz en su mundo de ensueño – miré el
cielo. La luna brillaba blanca y majestuosa, mientras que las estrellas la
rodeaban, dándole una magia inigualable. Sentí su mano en mi hombro -. LuHan… -
bajé mi mirada para encontrarme con sus ojos, una familiar amargura brillaba en
ellos -. Cuando dije que vine a salvarlos, no estaba bromeando.
Me
dejó allí fuera, mientras volvía a mi mansión.
Miré
las estrellas nuevamente. Brillaban como ninguna otra noche.
¿Estarían
realmente burlándose de nosotros?
---
Lunes
MinSeok
había dicho que su hermana estaba enferma, por lo que faltaría a su escuela.
Y
ahí estaba yo. En el patio trasero de la institución, con la caja de cigarros
en una mano, cerrada. En el día no había tomado uno solo, tampoco había salido
ese fin de semana.
Escuché
la puerta del edificio abrirse.
-
MinSeok ah…
-
Ya te dije que soy tu hyung. Trátame con más respeto – al parecer JongDae y el
nuevo no me vieron, puesto que seguían peleando.
-
Vamos… por favor. Solo uno – ambos parecían encerrados en su propio mundo, pero
algo me sorprendió. Chen se abalanzó sobre el otro, tomando sus mejillas con
fuerza.
-
Déjame, JongDae shi… - y mi amigo besó al más bajo. Mis ojos se abrieron de par
en par, mientras algo en mi pecho comenzó a doler. Me levanté, y caminé hacia
ellos.
-
Chen – le llamé, él se separó de MinSeok con una sonrisa en el rostro. Con una
cólera que jamás pensé en sentir, golpeé el rostro de mi amigo. Todos nos
quedamos paralizados. Como pude, tomé la mano del nuevo y corrí hacia dentro
del edificio. Al llegar a uno de los baños, me detuve, dándome cuenta que ambos
estábamos agotados y respirando con fuerza.
-
¿Qué rayos fue lo que hiciste? No soy una niña. Puedo defenderme por mi mismo –
no le contesté, tomé su hombro y lo acerqué a mí. Abracé su cuerpo con fuerza,
noté como al principio parecía querer resistirse, pero luego se relajó.
-
Golpeé a mi mejor amigo – murmuré, aún en estado de shock. Sentí como con
timidez, sus manos se posaban en mi espalda y comenzaba a hacerme masajes.
---
Martes
-
No, siéntate adelante – le dije a MinSeok, quien abrió la puerta de atrás.
-
Pero…
-
No vendrá. Dice que no quiere que nadie lo vea hasta que le enderecen la nariz
– el chico se sentó a mi lado -. Sin embargo después de clases iremos a llevarle las notas del día – noté
como abrazó su mochila y se encogió de piernas. Acaricié su cabello con
dulzura, produciendo que me viera -. ¿Cuántas veces lo había hecho ya? – sus
hombros se encogieron aún más y lágrimas de nerviosismo bajaron por sus
mejillas.
-
Desde el día de la persecución – asentí, encendiendo el auto.
-
¿Qué sucede con JiHyo? – noté como su rostro palidecía -. ¿Sigue enferma? –
asintió -. Espero que se recupere pronto.
-
Yo igual – me pareció que dijo esto último, porque no fue más que un suave
murmullo.
---
Martes,
más tarde
-
ChanYeol – llamé al chico alto del mismo curso de JongDae. Se giró,
sorprendiéndose al verme con MinSeok -. Hola, KyunSoo – dije al ver al más
bajo. El chico solo asintió.
-
Que mal lo de JongDae – nombró el gigante. Luego buscó en su mochila, sacando
unas fotocopias -. Esto es de hoy. Ya le hice una copia, así que puede
quedárselas - Le agradecí, sonriendo, y guardando las cosas en mi mochila -.
¿Te quedas para el partido? – sus ojos brillaron, al igual que los míos, pero
luego de que peleara con el entrenador no pude volver a meterme en el equipo
del colegio. Negué apenado.
-
Debo llevarle esto, y luego acompañar a MinSeok a su casa – tanto ChanYeol como
KyunSoo observaron al más bajo con curiosidad.
-
CHANIE – escuchamos un grito desde el pasillo, observé como KyunSoo giró los
ojos, y una sonrisa se plantaba en el rostro de ChanYeol -. Me dejaste solo
hablando con el profesor – hizo un puchero y se trepó a la espalda de su amigo
-. Oh… hola LuHan. ¿Cómo está Chen?
-
Digamos que bien. Resentido porque no puede creer que su hermoso rostro haya
sido destrozado – giré los ojos, pero noté como todos se quedaron observándome
con la boca abierta.
-
Nunca te escuché hablar tanto… - mencionó KyunSoo. Cerré mis labios, hice una
pequeña reverencia, y tomando la mano de MinSeok nos alejamos.
Nos
subimos al auto, y comencé a conducir hasta la casa de mi amigo.
Yo
no era así. Jamás había golpeado a mi amigo. Jamás le había dirigido la palabra
a BaekHyun, el payaso de la escuela. Jamás había defendido a alguno de los niños
de mamá… miré de reojo a MinSeok, se veía pensativo. Noté el peso de la caja de
cigarros aún cerrada en mi bolsillo.
Hacía
días que no bebía. Que no tomaba las pastillas. Que no fumaba… eso era extraño.
Aparqué
en la puerta de la casa de mi amigo. Bajamos y toqué la puerta. Una de las
criadas nos abrió, indicando que el dueño de la casa estaba en la sala de
música.
Una
dulce melodía salía de la puerta. Entramos sin tocar, encontrándonos con
JongDae sentado en el piano, cantando con una voz angelical. Sin embargo se
detuvo apenas nos vio.
-
Sigue, por favor – MinSeok se acercó a él, sentándose a su lado. Observó unas
partituras en el atrio y comenzó a tocar- JongDae lo siguió. Con relajo me
acerqué a uno de los sillones, y cerrando los ojos, comencé a disfrutar de
aquella música. Había olvidado lo dulce que era la voz de Chen, de niño había
participado en una cantidad inmensa de concursos, ganando la mayoría. Junto a
KyunSoo y BaekHyun, eran el trio de oro en la institución, sin embargo,
actualmente el único que seguía concursando era BaekHyun. Chen se había
dedicado a la fiesta, junto a mí, y KyunSoo solo quería entrar en una buena universidad, decía que la música era tan solo una
distracción para lograr su objetivo.
-
LuHan. ¿Recuerdas la canción que escribimos? – abrí los ojos, encontrándome con
que JongDae me miraba fijamente, con una sonrisa que hacía demasiado no veía.
Una sonrisa dulce. Asentí.
Apenas
llegué de China a Corea, JongDae y yo nos hicimos muy cercanos, puesto que
sabía algo de chino, a diferencia de la mayoría de mis vecinos. Juntos habíamos
escrito una canción, que él luego tradujo al coreano, y la cantó, junto a los otros
dos cantantes del instituto, en una competencia, ganándola.
-
Pura, igual que la inocencia de un niño
que no sabe qué hacer, nacido, en este hermoso momento – entoné con
delicadeza, en mi idioma.
-
Ojos, cerrándolos y abriéndolos de nuevo, con
miedo de que esto sea solo un sueño. Como no quiero dejarte ir, permanezco de
pie ante ti honestamente, deseando tu atención – continuó JongDae. MinSeok
nos observó con curiosidad.
-
¿Quién la escribió?
-
Ambos – contesté. Con JongDae nos miramos durante unos segundos -. Va a ser
mejor que nos vayamos. Aquí te dejo las cosas que me entregó ChanYeol – saqué
las hojas de mi mochila y las coloqué sobre la mesa -. Dice que son fotocopias,
así que no es necesario que las devuelvas.
-
Gracias – me detuve en seco, en mitad del camino hasta la salida. ¿JongDae
había dicho “gracias”? Le miré, y él también a mí. Luego observé como MinSeok
sonreía, feliz.
“Soy el ángel que los viene a salvar de su
indiferencia”.
---
Viernes
Me
dirigí al patio trasero del edificio, solo, con la caja de cigarros entre mis
manos. Esa mañana había fumado un par, y volvía a necesitarlo.
Grande
fue mi sorpresa al encontrarme con MinSeok, sentado, con la espalda contra la
pared, y con lágrimas recorriéndole el rostro. Esa mañana me había dicho que no
era necesario que lo fuera a buscar, porque estaba en otro lugar, llegó tarde a
clase, y se veía triste. Me senté a su lado con lentitud. Puse la caja de
cigarros delante de su cara, para mi sorpresa, tomó uno y lo encendió,
aspirando con fuerza, y tirando la ceniza con una facilidad que yo solo había
aprendido con los años.
-
La vida es un asco – mencionó. No le contesté, y encendí un cigarro para mí -.
Parece ser que cumpliste con tu promesa – le miré sin entender, él me devolvió
una sonrisa amarga -. ¿No lo sabes no? – negué -. Cortaste mis alas. Ahora no
puedo volver – más lágrimas cayeron por sus ojos.
-
Nunca fue fácil vivir. Pero de eso se trata estar vivo, ¿no? Sufrir y sufrir
sin parar, para luego morir, que te entierren y se quede alguien más con tus
triunfos – hablé sin parar, y luego di otra pitada al cigarro.
-
A veces pienso que la muerte es un sin sentido. Quienes deben morir, siguen
vivos, mientras que aquellos que merecen tener una vida prospera, se van
demasiado pronto – secó sus lágrimas con la manga de su uniforme. Terminó el
cigarro y se levantó. Lo observé bien. Ya no había rastros de ese niño que dos
semanas atrás me había despertado en su patio, de aquel que había dicho que me
iba a salvar, quien tenía en sus ojos un brillo de inocencia, ahora parecía un
adulto que había sufrido demasiado.
-
¿Cómo está JiHyo? – pregunté, una mirada perdida se cruzó con la mía…
---
Domingo
Después
de haber enterrado a JiHyo, pasé toda la tarde y toda la noche con MinSeok. Me
contó que la niña había nacido con una anomalía genética, que necesitaba tomar
medicamentos para que las proteínas que necesitaba se formaran en sus células,
pero ella no quería tomarlas. “Tuve que
mentirle, me dijo, ella dijo que solo
tomaría los medicamentos si Dios se lo pedía, así que le dije que eras un ángel
y se casaría contigo si era buena niña”.
Nadie
pudo advertirlo. Un día estaba perfectamente y al siguiente la encontraron en
su cama, no despertaba. La llevaron al hospital, cinco días de tortura para su
familia, cinco días en los que los médicos hicieron todo lo posible. “Ella lloraba porque no le gustaba que su
cuerpo fuera tan débil, había dejado de tomar el medicamento. Lo escondía
debajo de su cama”.
Estaba
en el balcón de la casa de MinSeok. Él seguía en la cama, había llorado toda la
noche y seguramente se encontraba agotado, desde que su hermana había fallecido
no dormía. Me enteré gracias a su madre que él también estaba enfermo, que
varias veces había intentado quitarse la vida. Entré al cuarto del chico,
encontrándome que estaba sentado en la cama.
-
LuHan, ¿sabías que duele aquí cuando te sientes triste? – señaló su corazón.
Apoyé mi mano sobre su pecho, e hice algo que jamás hubiese pensado. Me acerqué
a su rostro y besé sus labios con dulzura, un mero roce de labios, que hizo que
mi estómago se retorciera y me hiciera cosquillas, que mi corazón saltara en su
lugar.
-
MinSeok, ¿qué es lo que has hecho conmigo? – susurré sobre sus labios -. Tenías
razón – me separé y le miré a los ojos -. Eres el ángel que me salvó de mi
indiferencia – acaricié su mejilla con suavidad -. Si yo corté tus alas, yo
haré lo que sea para que vuelvas a volar, porque me cuidaste cuando nadie más
lo hizo, y quiero cuidarte ahora, que necesitas a alguien que sea un apoyo.
-
LuHan…
-
Shh… - y volví a probar sus labios.
No se se porque ... pero he llorado TT3TT
ResponderEliminarMe ha encantado :'c
Gracias! Me alegro mucho que te haya gustado. Y si lloraste cumplí mi misión... Ok, no, pero era la intención.
Eliminardfaksldjfa es todo?? necesito mas! aunque el final fue hermoso *-* un dolor para algo bueno T__T hermoso!
ResponderEliminarSi... Eso es todo. La idea era que alguien cambiara el comportamiento de los chicos malcriados, y entonces llega baozi, lo logra, pero a que costo, no? Supongo que fue feo de mi parte tratar así a la pobre nena, no se ni yo porque lo hice así. Créeme que lloré mucho con lo que paso TT-TT.
EliminarY gracias por comentar!!!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo sé porque se borró...
EliminarQué final tan... ¿Dulce? ¿Amargo? No sé pero me encantó ♥ x3 Me gustaría que haya una segunda parte~ afshfadfa ;n;
ResponderEliminarAh, y lo de la hermanita me ha roto el corazón... lloro!! T-T
La verdad es solo un final. Puede que sea horrible, pero así es como lo imaginé desde el principio. Gracias por comentar!!!
EliminarLamentablemente no puedo hacer una segunda parte. Es algo que me parece que si lo sigo va a quedar mal, serían la típica pareja súper enamorada de todos los fics cursis que no me gusta hacer.
Realmente odie que la hermanita falleciera, pero así estaba planeado, al fin y al cabo, XiuMin había sido salvado por el ángel que era su hermana, y quiso ser también el ángel de otras personas.